Siendo la menor de tres hermanos y aún más, mujer, se hacía algo complicada la convivencia en casa. Desde pequeña era sobreprotegida por mis hermanos, que no me fuera a caer, que no me fuera a golpear, que nadie fuera a hacerme daño. Esto era más notorio debido a que entre mi hermano mayor y yo habían siete años de diferencia.
Era fantástico ser la menor, tenía todo lo que quería, hacia lo que quería y era defendida con exageración por mis padres y, aun más, por mis hermanos. Estas ventajas fueron opacadas por la soledad de ser mujer entre hombres, lo que casi me obligaba a ocultarme en casa de mis abuelos para ser solo yo.
Mi abuelo era un carpintero jubilado que se mantenía haciendo pequeños trabajos en la población, mi abuela era una ancianita que no paraba de cocinar, siendo así, ya tenia una especie de pasteleria clandestina donde venían los vecinos a conseguir pasteles y galletas.
Y allí estaba yo en medio de ellos, tenia la tendencia de dormir con ellos y cocinar con mi abuela cuando me iba a su casa, lo que solía ser muy seguido, la verdad era que me gustaba quedarme allí semanas enteras.
Crecí con ellos, mientras mis hermanos venían después de clases y mis padres trabajaban. Aprendí mucho de ellos, desde cómo casi hacer que el abuelo colapsara del susto hasta la técnica perfecta para asustar a la abuela con una serpiente de plástico.
Cuando inicie la secundaria mis abuelos fallecieron y tuve que resignarme al confinamiento en casa. Mis hermanos jamás me dejaban sola, excepto cuando sus amigos venían a pasar la tarde. Ellos me veían de vez en cuando y jugaban conmigo hasta que ya fui demasiado grande para esos juegos. Comencé a encerrarme más en mi habitación y salir menos.
Uno de aquellos días durante el último año de la carrera de medicina de mi hermano, vinieron a casa unos amigos suyos y a causa de que mis padres habían salido tuve que escabullirme fuera de la habitación para cenar con ellos.No era una persona de gran apetito y el médico me tenía ya en la mira frente a mis bajas de peso solo explicables por mi veloz metabolismo por lo que Marc, mi hermano mayor, me vigilaba las comidas para asegurarme una buena alimentación. Daniel, el hermano del medio, se encontraba en el ejército y solo quedábamos nosotros cuatro en casa.
Había visto a los amigos de mi hermano miles de veces pero ahora mismo me parecía que habían cambiado. Donny estaba más barbón, Michael algo más gordo, Richard se había puesto en forma y Nick, no había notado cuanto había cambiado, según mi hermano acababa de terminar su carrera y se encontraba trabajando en la editorial de su padre, había adelgazado y la verdad era que entre los amigos de mi hermano era el más guapo.
Todos ellos se encontraban sentados en la sala de estar, pase haciendo una señal con la mano a manera de saludo, a lo que ellos respondieron poniéndose de pie. Fueron abrazándome por turnos y comentando lo grande que estaba.
-Pensar que cuando te vi usabas pañales-Comentó Richard entre risas.
-Y ahora es toda una mujer.
Incluso sus voces habían cambiado, se escuchaban mayores.
-Supongo-Dije mirándome los pies.
Era cierto, ellos me conocían desde la infancia, me habían visto en mis mejores y peores momentos. Aunque la verdad no sabía que tan bueno o malo era eso tanto para ellos como para mí misma.
Los comentarios se trasladaron a cuanto había crecido y lo mayor que ya me veía, una suerte de halagos del tipo que se le haría a una hermana que va a su primer baile o que celebra sus veintiún años de edad. A pesar de todo, siempre me sentí cómoda entre esa masa de varones que conformaba una parte más de mi propia familia.
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Huye Conmigo
RomanceJamas me molesto del todo que mis hermanos fueran mayores, siendo la menor y la unica mujer era casi hilarante la sobreproteccion. Asi mismo sus amigos eran todo un tema, obligandome a quedarme en mi habitacion para evitar que yo molestara, per...