Después de la valentía

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   Una vez que terminamos de comer, Nick me toma de la mano para llevarme al auto, no estoy segura de la cantidad de veces que nos hemos tomado de las manos y se siente muy bien sentir mis dedos entrelazados con los suyos. Sonrío para mis adentros y poco a poco siento un calor agradable que me llena y brota como mariposas por mis poros, supongo que lo amo, sé que lo amo. De pronto mi tobillo se dobla y tropiezo, me recuerda lo frágil e incierto es el camino, pero me siento decidida a vivir el momento en el que nos encontramos.

Nick me sostiene de la mano, evitando que caiga y me mira como si viera a través de mi a una niña pequeña que aprende a caminar. Lo cierto es que aún me carcome la idea de no poder seguirle el paso. Es un adulto y lo que puede obtener de mí no es... lo cierto es que no estoy segura de lo que puedo ofrecerle, a veces me frustra pensarlo, me sube y me baja el pensamiento por el cuerpo, pero ahí está él, mirándome desde el fondo de sus ojos aguamarina, como si fuera lo único que desea y quiero pensar que así es. 

- La verdad es que me siento feliz de que hayas venido a mí- Dice casi en un susurro y me derrito por completo. 

De pronto me encuentro diciendo que también lo estoy y me sorprendo de lo rápidas que son mis palabras a comparación de mis pensamientos. Me doy la libertad de pensar en nosotros como una de esas raras historias de amor que, a pesar de todo pronóstico, termina bien. No estoy segura de a dónde vamos pero ahora mismo, aquí es donde quiero estar. 

Nick me mira un segundo antes de arrancar el auto y en esa mirada se me va el aliento. Entreabre los labios, como si quisiera decirme algo, pero en seguida se detiene y se muerde el labio inferior, me estremezco un poco y adivino qué es lo que necesita. Sus labios se estampan contra los míos y un sabor a café comienza a inundarme, me besa lenta y profundamente, pierdo el aliento, me desvanezco. No puedo oír nada más que nuestra respiración hasta que el sonido estridente de la bocina de un auto nos sacude. 

-Creo que ya debo volver a casa de Derek, no vaya a ser que Marc quiera recogerme allí y yo no esté- Dije pensando en la situación en la que nos encontrábamos. 

- Cierto-Dice con cierta expresión de indecisión. 

Me atrevo a decir que me siento orgullosa de la valentía que tuve, no soy una persona que haga gala de ese tipo de atributos y, de cierta manera, también dudé de u existencia, sin embargo, me siento felizmente sorprendida y también, quizás, algo invencible.

Nick me acerca a casa de Derek y aún es temprano, me estampa un beso y me voy. Una vez que decido entrar Derek me espera en la sala, me mira como si se estuviera aguantando la risa 

- Vamos, dilo- Dice mirándome fijamente.

-¿Qué?

- Oh, ya sabes qué y hazlo con confianza que no hay nadie más aquí.

- Pues, señor Superfantástico se sorprendió mucho- Digo casi riendo y Derek explota en todas las carcajadas nerviosas que se esforzó en aguantar.

-Ay, cuéntamelo todo, o sea bueno, no todo. Rayos, no quiero saber si ustedes, pues ya sabes-Dice mientras arruga el ceño mostrando una divertida expresión de asco.

- Pues, no hay mucho que decir.

Me encojo de hombros a la vez que tomo asiento a su lado, quiero reír por su expresión pero trato de mantenerme seria, hasta que desde la cocina aparece su hermana, quien da un salto y llega velozmente hasta un lugar junto a nosotros.

-Vamos, cuenta qué pasó-Dice con una  risita de emoción

Es entonces cuando por fin me deshago en risas y comento sin muchos detalles cómo fue que Nick me recibió durante la noche. Los tres reímos y me doy cuenta también de cuánto necesitaba este tipo de amigos, amigos que quieran cubrir una escapada y que protejan un secreto tan extraño como este, aunque no lo conozcan del todo. No pasa mucho cuando mis padres me llaman al teléfono para ir por mí y pronto me veo en mi habitación. 


Huye ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora