Resolución

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   Pude sentir su sabor en mis labios incluso minutos después de habernos separado. Ambos nos mirábamos con algo de confusión entre sonrisas y risas nerviosas. Siendo sincera había mucho que quería decirle pero no lograba encontrar palabras que no arruinaran este único momento.
¿Como habíamos llegado a esto? ¿Como se pasa de ser solo la hermanita menor a besar al amigo de tu hermano? No encontraba el momento en que todo había cambiado, no había quiebre ni un minuto en que dijera "voy a enamorarme de él", solo una corriente de situaciones que me arrastraron casi contra mi voluntad. Pensar que hace algunos meses aun me detenía a mirarlo antes de ir a mi habitación y ahora lo sentía aun latente en los labios.
-Bonito uniforme-Dijo tomando mi corbata entre sus manos.
   Sonreí aun estremecida por los nervios.
-Gracias. Suelo usarlo para seducir.
   Rió con ganas captando el sentido de mi broma. Luego de unos segundos puso su brazo por sobre mis hombros dando un suspiro largo y profundo.

-No te imaginas por todo lo que me has hecho pasar-Dijo casi para sí mismo.

-Dímelo.

-Para empezar, no he podido dejar de pensar en ti y en tus ojos marrones de cachorro abandonado- Rió- Además ese beso es difícil de olvidar.

-Menos mal que no fui solo yo la que lo pensó así.

   Me abracé a su costado para sentir el calor de su abdomen casi con la sensación de morbosidad, de saber que ya no me era del todo prohibido alucinar con cada centímetro de humanidad que mis dedos rozaban. Estaba nerviosa de saberlo tan cerca, su respiración acompasada me sonaba dulce y su brazo sobre mis hombros me daba una especie de cosquilleo.

-¿Ah, sí? ¿Qué pensaste?-Dijo volteándose hacia mí.

-Pues pensé en llamarte o algo así, pero creo que temía que te molestaras.

   El rubor coloreó mis mejillas, un montón de mariposas revoloteaban en mi estómago, no, eran elefantes que corrían por mi vientre. Nick sonrió

-¿Querías llamarme?¿Tanto me extrañabas?

   Podía ver la superioridad en sus ojos, me molestaba sentirme tan pequeña ante él, me sacaba por completo de mis casillas que fuera casi un semidios, que lo supiera y que descaradamente sacara provecho de ello. Le miré con algo de molestia, mi orgullo era demasiado grande para dejar que me mirara hacia abajo.

-No tanto así, solo estaba molesta.

-¿Molesta?

-Claro que si, tu te olvidaste de mí como si nada por semanas sin darme ninguna certeza.

-Pero ahora estoy aquí.

   Había algo de expectación en el aire, una sensación en la piel y labios temblorosos de incertidumbre, podía oler su fragancia a plenitud y me derretía que fuese un perfume tan sensual y elegante, era perfecto para él, para él y su sensual y elegante cuerpo. Me preguntaba si habría algo así en mí, un aroma, un gesto, algo que me distinguiera; volví a estudiarme mentalmente, mi piel nívea a causa del frío invierno, los rizos colgando desde una coleta de colegiala, las piernas cubiertas de pantys transparentes, ningún detalle que me sacara del rango de común y ordinaria.

   Me volteé de cuerpo completo hacia él esperando una reacción sacada de pornografía barata, ojos impresionados, manos temblorosas y labios relamidos; nada, absolutamente nada. No dije palabra, aún tenía varias cartas bajo la manga para ir poco a poco fabricando mi telaraña. Nick era-según las leyendas- un hombre atado por naturaleza a las mujeres sexys y provocativas, necesitaban tener "algo" que las hiciera visibles y deseables para todos pero casi despreciadas por él; recuerdo algunas de sus novias, sus labios hinchados, su pestilente olor a perfume barato, sus cabellos teñidos de rubio platino y sus tacones de medio kilómetro. Mis zapatos jamás han medido más de cinco centímetros, siempre parecía despeinada, era delgaducha y ni siquiera era capaz de ponerme maquillaje sin sentirme prostituta de esquina. Sin embargo, por Nick podía intentarlo más seguido.

Huye ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora