Desilusión

37 5 0
                                    


   ¿Está bien sentirse así de mal? Mi aún novio se besuqueaba con otra mientras yo me sentaba en la acera con lágrimas en el rostro y una mano que sostenía mi hombro ¿Por qué siempre eres así de oportuno?

-¿Sucedió algo? Digo, sé que no me incumbe, ero no puedo evitar pensar que me rompe el corazón verte llorar-Susurró mientras se sentaba junto a mí en el suelo frío de la calle. 

-Mierda, Derek. ¿Estabas espiándome?

-No, claro que no, solo te vi salir corriendo y pensé que algo malo te había sucedido.

-Oh, claro y ahora resulta que te preocupas por mí...

      Me encogí de hombros mientras sentía la presión en mi garganta, apretado, apretado... Quise moverme, quise correr, quise llevarme las manos a la cabeza y gritar frente a todos la injusticia que esa perra había llevado a cabo, sin mencionar al fulano ese que tiene entre sus brazos, y, más aún, entre sus piernas ahora mismo. El dolor resultaba tan real que el infierno debía estar celoso, sin duda, estaba acabada.

    Me volteé mientras limpiaba mis lágrimas con la sensación de estar escondiendo la agonía en la boca de mi estómago, no pensaba quedarme de brazos cruzados mientras él se encontraba allí. La llama de un encendedor llamó mi atención.

-Dame uno-Murmuré mientras observaba la llama ardiente entre sus dedos.

   Reí en cuanto me miró atónito, no soy una princesa de novela romántica. No me mires así Derek. Abrió su cajetilla ante mí para dejarme ver la fila de filtros blancos, casi como dientes que fueran a morder mis dedos si me acercaba demasiado. Sin embargo, jamás había fumado, no sabía como hacerlo, no sabía ni como encenderlo; vi unos segundos a Derek mientras lo hacía y solo seguí mi intuición para lograr que el humo se internara en mis pulmones. Quise tocer, pero retuve la respiración para retomar su rumbo normal. Todo en orden.

-Vamos adentro, tu y yo tenemos un baile pendiente.

    Aún con la agonía que sentía debía mantenerme allí, seguir de pie ante todos y hacer que al menos quedarme valiera la pena.  Derek sonrió mientras me tomaba del hombro como viejos amigos y entrar a la euforia colorida de la fiesta, espléndida en medio del ardor de los cuerpos y los olores flotando en el aire.

    Observé con cuidado si es que Nick aún seguía dando vueltas por los alrededores de la fiesta, sin embargo, solo encontré a mi hermano que lloraba en brazos de un muchacho que luchaba por deshacerse de su agarre. Caminé hacia la pista de baile para perderme entre las luces multicolores, Derek se aceró y se unió a mi danza. Entonces lo ví, Nick sentado en un sofá con la mirada fija en mí, enfurecido, mordiéndose las ganas de tirar de mi brazo y sacarme de allí.

    ¿Estaba castigándole? No, claro que no, aunque  en principio esa había sido mi intención. Sin embargo, el sentir que Derek no se aprovechaba de la situación-Como creí que podría suceder- me dio a entender que él no se encontraba allí para seducirme, al contrario, había genuina preocupación en sus ojos cada vez que me preguntaba si me encontraba bien o si quería irme ya a casa. Qué gran amigo, aunque yo misma lo trataba como un desconocido más.

   Lo cierto era que disfruté de sobremanera cuando vi a mi querida vecinita caminar descompuesta y llena de vomito frente a mí. Su rostro al reconocerme resultó ser tan delicioso como esa mirada de odio que me lanzó cuando sus amigas la ayudaban a caminar sin caer de sus horrendos zancos cargados de brillantina.

   Me acerqué a beber un refresco una vez que todo comenzó a relajarse, me sentía mejor, ligera y sumamente tranquila. Simplemente sentía un torrente dentro de mi, claro que resultaba ser una sensación bastante conocida, oh no...

Huye ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora