Cuando la noche cayo me quede largas horas estudiando para el examen que tendría que dar la mañana siguiente. En medio de los dibujos de meiosis y mitosis me quedé observando la pared, no podía dejar de pensar en Nick y sus manos, en Nick y sus labios, en Nick y Nick.
Momentos más tarde el teléfono resonó en mis oídos, lo tomé sin mirar la pantalla y hablé con plena inercia en la voz.
-Hola.
-Pequeña, ¿te veré mañana?
-Ah, em, claro-Murmuré con duda aún cuando una parte de mí lo deseaba más que nunca.
-Si no quieres, esta bien.
-No, no es eso, claro que nos veremos mañana-Dije queriendo rectificar con el tono de mi voz.-¿Qué quieres hacer?
-No sé, ¿Alguna propuesta?
-Vamos a almorzar a mi departamento, te cocinaré algo delicioso, ya lo verás.
Un escalofrío recorrió mi espalda, titubeé, creo haber suspirado, no estoy segura siquiera de haber despegado los labios en primer lugar, sin embargo, podía sentir ese ir y venir de palabras no dichas desde mis adentros hasta el teléfono.
-¿Sigues ahí?
-Claro, entonces te veo a la salida de clases.
Temblé a un lado de la línea telefónica mientras él sonreía, sabía que estaba sonriendo, podría captar su sonrisa aún a kilómetros de distancia.
-Muy bien, pequeña, te veo entonces.
Me lancé a la cama a la vez que las paredes bailaban a mi alrededor, estoy segura que uno de estos días me caerán encima y ya nada podré hacer contra la luz de la habitación ni el frío del exterior. Los nervios repiqueteaban en cada parte de mi hormigueante cuerpo, ¿Tan malo era ir a su departamento? Claro que no.
Sin pensarlo mucho terminé los apuntes que colgaban desde el cuaderno inerte y me envolví en las cobijas de la cama, necesitaba dormirme antes de comenzar a darle mil vueltas al asunto, en un intento desesperado de descifrar cualquier juego de intenciones ocultas que pude no haber captado antes.
Para cuando desperté el examen inundó mi mente hasta las orejas dejándome en modo robot hasta aún después de haber salido del salón, el olor del mokaccino entre mis manos me despertó aún antes de darle el primer sorbo, hoy iría al departamento de Nick ¿Debería preocuparme? No estaba segura de si lo que sentía era realmente preocupación ¿Ansias? ¿Nerviosismo? Tal vez todo conjunto, revuelto.
El café me sabía dulce aún sin azúcar, me encantaba sentir esa calidez achocolatada en la garganta luego de cada sorbo, una especie de placer culpable que mantenía en secreto. Me quedé allí sentada hasta que tocó el timbre del colegio, me levanté sin apuro y llevé mi café hasta el salón donde esperaba el profesor Miguel que revolvía apuntes sobre la mesa.
-Hola-Dijo sin levantar la mirada-Supuse que serías la primera en entrar.
Sonreí mientras me sentaba frente a él. Tomé mis libros y comencé a leer en silencio mientras el salón se llenaba de bulliciosas voces.
-¿No crees que es algo tarde para un café?-Dijo mi compañero de mesa, no lo oí acercarse.
-Jamás es tarde para un café en un día como este.
Sonrió, ¿Quién no lo haría? Me volteé hacia la ventana siguiéndole con la mirada mientras se apoyaba en el marco del ventanal que se posicionaba a mi izquierda. El día lucía hermoso entre las nubes lúgubres y tristes, el viento rugía, sin duda, el viento las regañaba, por eso les temblaba el labio y se aguantaban las lágrimas atoradas en los manchones grises de la gaseosa espesura.
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Huye Conmigo
RomanceJamas me molesto del todo que mis hermanos fueran mayores, siendo la menor y la unica mujer era casi hilarante la sobreproteccion. Asi mismo sus amigos eran todo un tema, obligandome a quedarme en mi habitacion para evitar que yo molestara, per...