Interludio

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   Caminaba por la habitación, nerviosa por la exposición que debía llevar a cabo cuando el teléfono vibró entre mis manos, por supuesto que era Nick.
-Pequeña, ¿Estás libre hoy?
-Hola, ¿que tal ha ido tu día, amor? ¿Cómo estás? Bien gracias,¿Y tú?-Dije, irritada.
-Lo siento, ¿Qué tal tu día?
-Pésimo.
-¿Por qué​?
-En unas horas tengo una exposición, estoy nerviosa y tiemblan mis manos.
-Mi Niña, no va a pasar nada, ánimo, se que puedes con esto.
   Suspiré, dando un salto sobre la cama y temiendo que me desinflaría por lo mal que mi estómago se sentía, pero claro, debe parecer una preocupación menor para un hombre como Nick.
-Es fácil para ti decirlo.
-Claro que no, yo también me pongo nervioso, aún ahora.
   Puse los ojos en blanco, definitivamente eso era imposible. Nick y su seguridad seductora no eran más que una muestra de la gran brecha que existía entre ambos, definitivamente, estamos a millones de años luz de distancia.
   Por un momento me quedé pensando en lo extraño que se sentía tener esa espina en la barriga, esa sensación de ser la protegida de Superman, la novia del chico popular que, por supuesto, nadie debe conocer. Sin duda, Nick se vería mejor con alguna modelo de piernas largas y perfume caro que conmigo, una nena pequeña y escuálida. El mero pensamiento me presionaba el pecho, ahogándose en el amor que sentía por Nick.
-No te creo, tú eres el señor perfecto. Superfantástico.
-Dejemos eso de lado, ¿A qué hora paso por ti esta noche?
-No puedo ir a ningún lugar, la verdad es que no me siento nada bien.
-Lamento escuchar eso, realmente quería que me acompañaras a la fiesta de Rossy.
   Rossy, no podía hablar enserio. Una mujer como ella, rubia y descerebrada, plástica, de superpechos inflados y nalgas de silicona... Vecina mía, por desgracia. Jamás nos llevamos del todo bien, aún entendiéndose la gran diferencia que ambas teníamos, tanto en decencia y reputación como en intereses, nop, nosotras nunca podríamos haber sido amigas, ni aunque volviera a nacer.
-En verdad preferiría que vinieras a casa-Dije con voz trémula.
-No puedo, le he dicho a Marc que iría con él a la fiesta, quizás en medio de eso pueda escaparme a verte.
-Ojalá...
   Me volví a los deberes antes de entrar al salón dispuesta a engullir información y escupirla ante todos. Sin duda, hoy sería un desastre en todas sus dimensiones.
   Luego de regurgitar todo lo que aprendí para enseñarlo durante la clase me senté pesadamente en mi lugar junto a Derek, quien, para variar, intentaba hacerme unas cuantas bromas que sabía que no funcionaban pero que usualmente nos daban buenos pequeños ratos de los cuales reírnos en muchas otras situaciones. Pero hoy no.
   Dentro de los meses que llevaba saliendo con Nick no me había sentido jamás tan solitaria como ahora mismo me sentía, Nick se estaba comenzando a comportar como un niño (y no lo digo en el buen sentido), comenzaba a ignorarme cuando hablaba algo importante para mí, aún cuando yo misma me sentía feliz por él con cada buena noticia que salía de sus labios, ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Acaso Nick siempre había sido así y no había querido verlo en mi ensoñamiento? Confundida me lancé a caminar hacia casa a penas sonó el timbre del colegio.
Algo no se sentía bien, tenía muchas náuseas y la cabeza me daba vueltas. No lograba comer bien, por lo que sentía pesado el cuerpo, si no llegaba pronto a casa me desmayaría, estaba segura. Tomé el teléfono entre mis manos y le marqué a Marc. Ocupado...Al igual que mamá y papá. Entonces recordé que hoy Daniel tendría una visita a casa, quizás estaba de suerte y podría ubicarlo antes de vomitar en la acera.
-Daniel, Daniel, contesta.
-¿Hola?
-Daniel, ven a casa, no me siento bien.
-Jane, quédate allí, en una o dos horas estaré contigo ¿Y nuestros padres?
-Todos están ocupados, necesito vomitar.
   Me sostuve de la puerta de la casa cuando logré por fin abrirla y correr al baño y vomitar por fin. Para cuando terminé de vaciar mi estómago y dar fin a las arcadas, Daniel ya había cortado la llamada. Entonces una idea loca vino a mí... Embarazo.
   No podía estar embarazada, claro que no, siempre nos habíamos cuidado, pero...¿ Y si no había sido suficiente? ¿Que diría Nick? Lo único seguro ahora era que necesitaba dormir un poco y descansar la cabeza que no dejaba de darme vueltas.

Huye ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora