El mundo mágico siempre ha tenido secretos, unos más importantes que otros.
Secretos en cada esquina, en cada familia y más si dos personas que no debían estar destinadas a estar juntas, quieren estarlo.
Nadie debe saber sobre sus miradas, caricias...
En las afueras de los terrenos del castillo estaba el ejército de mortífagos y con ello el mismo Voldemort que a su derecha se encontraba Sarah con la cabeza en alto, pero con su preocupación puesta en su hija, del otro lado estaba Bellatrix loca igual que siempre, esperando matar a cuantos pueda.
— Nunca aprenden — comentó, el señor tenebroso al ver el domo de protección — que lástima.
— Pero, mi señor... — murmuró el señor Crabbe — ¿no deberíamos esperar a... — guardo silencio cuando éste le dedico una mirada asesina — mi señor — dijo con una reverencia en señal de disculpa.
— Empiecen — ordeno, Voldemort, todos lanzaron un hechizo contra el domo.
En el castillo aún se encontraban arreglando los últimos detalles de las líneas de batalla — dile a la profesora McGonagall que Remus y yo defenderemos este lado — le dijo Kingsley a Dean que ayudaba a Minerva a organizar todo lo faltante.
— Sí, señor — comentó, acercándose a la salida.
— Dean, pensándolo bien... — soltó de repente antes de que se alejará — dile a la profesora que quizá necesitemos una o dos varitas más — agregó al ver que los únicos que se encontraban en la torre de astronomía era Remus y él.
— La calidad de tus convicciones determina el éxito no el número de seguidores — dijo, Remus mirando los múltiples hechizos chocando con el domo.
— Yo — respondió con nerviosismo en la voz — ¿qué haces aquí? — pregunto al ver a su esposa correr hacia él.
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— Vine a ayudar — respondió, en sus brazos
— No debiste — aseguró, Remus acariciando su cabello.
— Claro que sí — dijo emocionada al ver de nuevo a su esposo.
— Deberías de irte con Teddy — sugirió, Remus preocupado por su hijo.
— Lo deje con Ginevra... — confesó — está en buenas manos — aseguró — además, él que más me necesita eres tú — agrego y Remus se dio por vencido.
Cerca de la torre de astronomía se encontraban los gemelos preocupados por todos los seres queridos que tenían en los terrenos del castillo, un miedo que los invadía totalmente.
— ¿Estás bien, Freddie? — George le pregunto a su hermano.
— Sí — mintió apretujando su varita.
— Yo también — dijo más nervioso que seguro.
En la cámara secreta estaban Ron y Pansy deseando abrir la gigante puerta de serpientes que les impedía el paso, el pelirrojo hablo pársel y se comenzó a abrir, Pansy lo miro sorprendida.
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