El mundo mágico siempre ha tenido secretos, unos más importantes que otros.
Secretos en cada esquina, en cada familia y más si dos personas que no debían estar destinadas a estar juntas, quieren estarlo.
Nadie debe saber sobre sus miradas, caricias...
Harry había estado presente en varios banquetes de Hogwarts, pero en ninguno como aquél. La celebración duró toda la noche, no sabía si lo mejor había sido cuando Hermione corrió hacia él gritando — ¡Lo has conseguido! ¡Lo has conseguido!.
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O cuando Hagrid llegó y todo el castillo festejo su regreso
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O cuando dieron a Gryffindor los cuatrocientos puntos ganados por él y Ron, con lo que se aseguraron la copa de las casas por segundo año consecutivo; o cuando la profesora McGonagall se levantó para anunciar que el colegio, como obsequio a los alumnos, había decidido prescindir de los exámenes o cuando Dumbledore anunció que, por desgracia, el profesor Lockhart no podría volver el curso siguiente, debido a que tenía que ingresar en un sanatorio para recuperar la memoria. Algunos de los profesores se unieron al grito de júbilo con el que los alumnos recibieron estas noticias.
— ¡Qué pena! — dijo Ron, cogiendo una rosquilla rellena de mermelada — estaba empezando a caerme bien.
La profesora McGonagall y el director se acercaron a Hermione en pleno festejo — Hermione, tu tienes que ir a tu habitación a descansar — dijo, Albus.
— ¿Por qué?, he estado mucho tiempo sin hacer nada — exclamó, ella.
— Dominique te necesita cien por ciento consciente... — aseguró, McGonagall.
— ¿Qué le sucede a Dominique? — pregunto, asustada.
— ¿No le han dicho? — reclamo, Dumbledore.
— Estamos festejando no queríamos arruinarlo — explicó, Ron.
— ¿Qué paso? — volvió a preguntar, la castaña.
— Bueno ella se metió en problemas, no sabemos si realmente se llame Dominique pero ella se hizo pasar por una auror de la orden de merlín... quieren meterla a Azkaban, necesita tu testimonio — explicó la profesora.
— ¿En serio?, ¿Todo eso paso mientras yo estaba petrificada? — pregunto, asombrada
— Sí, así que... tienes que descansar... — le recomendó el director.