La adrenalina invade mis venas junto con mis terminaciones nerviosas. Tengo a Mónica de espaldas y a Charlie de frente. Ninguno de los 2 se ha molestado en voltear ¿Es que no sientes mi insistente mirada de repulsión?
Camino largo y sin cuidado hasta frenarme de golpe a unos cuantos pasos de distancia. Los ojos de Charlie se ponen sobre los míos, los absorbe como si fuesen de su propiedad y los presume con elegancia.
Mi voz se apaga al instante, mis brazos dejan de responder y mis pasos largos y descuidados dejan de caminar. ¡¿Qué demonios se supone que debo hacer?!
-¡Emma!- exclama Charlie sorprendido por verme de pie. No respondo, simplemente y por inercia mi mandíbula se exprime marcando una pronunciada expresión de desagrado. ¿Por qué no te giras a verme? Cuestione mentalmente dando pequeños casi diminutos pasos.
Aun en silencio y sintiendo 2 pares de ojos sobre mí, arrastro una silla desde la otra mesa sin molestarme por levantarla, no me importaba si la silla hiciese ruido.
La ubico justo en el centro, Mónica y Charlie me quedan a los lados pero ellos viéndose de frente, una zona bastante expuesta sobre todo en una mesa circular.
Pego los brazos de la silla contra la mesa y estos chocan moviendo el vaso de agua que Charlie tenía sobre la mesa. Sonrío y lo tomo sin pedir permiso ni tampoco por preguntar de quien era.... Si estaba cerca de Charlie debía ser de el
-¿Te sientes bien?- vuelve a decir Charlie insistiendo con la mirada. No puedo despegarle la vista de encima, mucho menos si soy creyente del inmenso imán que tienen sobre los míos
-¡Vaya! ¡La niña tiene sed!-
-Hola Charlie- lo saludo ignorando la tediosa voz de Mónica
-Emma ¿Te sientes bien?- ¡Maldición! ¡¿ESQUE EL QUE MONICA ESTE AQUÍ TE RESULTA DE LO MAS COMODO?!
-Como nunca- liberan mis labios de forma sobreactuada. Mi nuca pica así que con 3 de mis dedos rasco gran parte de ella, me tomo el tiempo de desahogar mi frustración hasta que el ardor de mi piel me avisa que en realidad la comezón fue suplantada por dolor y rasguños
-Emma... relájate no debes tenerme miedo- habla esta vez Mónica. Sus palabras hierven en mis oídos. Casi podía visualizarme como esos personajes animados a los cuales les brotaba el humo por las orejas
-Nunca te tendría miedo-
-¿Acaso temes de tu relación?-
-No sé de qué hablas- trato de defenderme. Si la última vez estaba bromeando no iba a dejarme engañar para que le declarara la verdad dicha por mis propios labios
-Creo que todos aquí sabemos de qué hablo- susurra pasando sus ojos de mi a Charlie. Alternando como si dentro de su cabeza decidiese quien está más nervioso
-Tú no sabes nada- ataco subiendo mi tono de voz
-Los 2 saben lo profunda que estoy en esta situación... lose todo-
-No puedes saberlo todo- digo sonriendo
-¡Oh sí que lo sé!... Cristian es tu hermano y Charlie tu trabajas todos los días a excepción de martes y jueves desde las 7 de las mañana hasta las 2 de la tarde. Usas un automóvil y tu hermano es bastante menor que tú, de la edad tuya Emma ¿cierto? ¿Es por eso que sale con Alison?-
-¿De qué hablas?- la sonrisa de Mónica se expande como veneno. Le complace saber que la incógnita la posee ella
-Se demasiado, cosas de Charlie, cosas de Emma... mi padre, tu madre- añade señalándome -¡Pero! No deben tener miedo, nunca podría hacer algo que no resultara conveniente-
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La última carta de Charlie
Teen FictionEmma Johnson una estudiante de preparatoria se prepara para su último año. Ansiosa por salir de la interminable etapa de las hormonas adolescentes se verá atrapada ante la fascinante mirada de su profesor de literatura Charlie. ¿Qué pasara cuando E...