Una canción. Dos canciones. Tres canciones y el tiempo parecían no avanzar.
No quería hablar, solo susurraba pequeñas y cortas frases para hacer de nuestra cercanía algo más íntima.
Cerré los ojos repasando las melodías por mis oídos. Cada sinfonía aturdía mis entrañas haciéndolas vibrar. Nada podía hacerme estremecer tan fuerte como lo hacía Charlie
-Emma- me hablaron. Me separe lo suficiente para voltear, era Alison -¿Quieres que te lleve?-
-Yo la llevare- respondió Charlie. Me gire para poder encararlo, me sentía como esos gatitos sin hogar de los cuales todos querían tomar cargo. Alison sonrió ampliamente guiñando un ojo, por su espalda Cristian llego para abrazarla besando su mejilla. Volteo hacia nosotros observándonos de la misma forma en que había hecho Alison
-Hermano... me iré con Alison en su auto, para que lleves a Emma... hasta su casita- finalizo subiendo y bajando las cejas. Suspire rodando los ojos
-De acuerdo- correspondió Charlie sonriendo, hasta casi decir avergonzado.
Ambos se despidieron de nosotros jugando con los pies del otro. Por alguna razón ahora hasta Cristian bailaba perfectamente el danzón, alguien como Emma nunca lo aprendería
-¿Qué hora es?- pregunte
-Las 12:05-
-Ya es tarde-
-¿Ya te quieres ir?-
-Tengo que hacerlo... si no mi madre me matara fríamente mientras duerma- comente como si fuese lo más normal del mundo. Sus ojos se abrieron más de la cuenta entreabriendo también sus labios
-¿Enserio?- me burle jugando con mis hombros
-Claro... porque no- respondí subiendo mis hombros. Camine hasta tomar mi calzado de la mesa. Voltee hacia atrás observando como Charlie se despedía de Logan y Sam. Todos reían en grupo, era muy fácil el que Charlie simpatizara con Tigo... tenía en exceso algo que a mí me faltaba con urgencia... Gracia.
Suspire caminando lentamente. Abracé a Sam deseándole de nueva cuenta un feliz cumpleaños. Recién hoy cumpliría 18. Era la más pequeña de las 3.
También abrace a Logan. Cuando Emma se encontraba feliz le entraban unas increíbles ganas de abrazar hasta a un cactus.
Caminamos uno junto al otro hasta llegar a aquel característico auto de mi profesor. Como todo un caballero paso a abrir la puerta del coche. Me intimide al sentirlo tan cerca rodeando todo mi cuerpo para poder cerrarla de vuelta.
Apreté mis manos entrando al coche moviendo mi cabeza hacia todos lados. Me enfoque en la puerta del conductor. El seguro estaba aún puesto, solo había abierto mi lado.
Me estire lo suficiente para poder saltar el seguro. Habiéndolo hecho regrese a mi lugar acomodando una ligeras arrugas que se notaban suavemente sobre la tela de mi vestido. El sonido de la puerta abriéndose me hizo saltar, mariposas revoloteaban salvajemente en mis entrañas jugando y saltando sobre ellas. Suspire pasando la mano por mi cabello tallándolo fuertemente. Nada podía quitar este tipo de reacciones, nunca cesarían de algún modo u otro
-¿Lista?- pregunto alegre. Me gire para poder verlo, tenía una gigantesca sonrisa marcada en los labios. La luz que sobresalía del pequeño espacio entre el espejo retrovisor le marcaba la curva de su respingada nariz haciéndola notar aún más juvenil. Me mordí el labio asintiendo, siendo consciente de que mis palabras no salían por si solas de mi garganta.
Encendió el coche saliendo lentamente del establecimiento. Sonreí torpemente recordando aquel bello recuerdo que de pronto me embargo, tuve que oprimir ferozmente mi labio para no dejar escapar una carcajada.
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La última carta de Charlie
Ficțiune adolescențiEmma Johnson una estudiante de preparatoria se prepara para su último año. Ansiosa por salir de la interminable etapa de las hormonas adolescentes se verá atrapada ante la fascinante mirada de su profesor de literatura Charlie. ¿Qué pasara cuando E...