Ambos de frente y con los ojos abiertos como platos sonreímos cómplices. ¿Fue una buena idea gritarles a sus padres? Probablemente no, pues después de todo eran los progenitores de mi mejor amigo... ¿Sentía remordimiento? En absoluto, me sentía satisfecha
-¿Y ahora?- pregunta Jasón son una hermosa sonrisa de felicidad
-Acabo de gritarles a tus padres-
-Debemos salir de aquí-
-¡Vámonos!- grito saliendo disparada calles abajo. No soy consciente de si Jasón me sigue, pero esperaba que sí. No me gustaría voltear y darme cuenta de que en realidad nadie venía detrás de mí
-¡Corres como loca!- dice sin aliento. Caminando a mí paso, ya había decidido que estábamos lo suficientemente lejos de sus padres
-Soy una loca Jase- declaro con una amplia sonrisa
-¿A dónde vamos?-
-Podemos ir al parque- expongo al aire a la expectativa de que mi propuesta sea aceptada
-Claro- responde tomando por su cuenta el camino. Sonrío observándole la espalda... lo que no daría por la felicidad de mi mejor amigo, y la verdad es que pocas veces había defendido a alguno de mis amigos, claro está que si alguien en la calle los molesta les salto como un gato, pero defenderlos de sus propios padres... recién lo había experimentado.
...
En la escuela había una chica, un poco pasada de peso de tez morena, cabello negro y ojos grandes. Un día de convivio llevaba bajo su brazo una bolsa de dulces, pues de hecho en el taller en el que nos habíamos inscrito les pareció buena idea regalarnos bolsas de dulces entre nosotros, teníamos que preguntarle a nuestro compañero asignado que dulces le gustaban más y cosas por el estilo para que al final el regalo quedara perfecto.
Esta chica caminaba feliz, sonriente por la calle y yo iba pasos atrás, viéndome los pies escuchaba risitas a mis espaldas, burlas que provenían de un grupo de chicas que reconocí al voltear
-¿Qué esperas llegar a los 100 kilos?- gritaban exprimiendo todo su odio sobre aquella pobre chica. Burla tras burla caminamos una cuadra entera, la chica ignorando las burlas y yo aguantándome las ganas por saltarles encima.
Una vez que la chica cruzo la calle yo me di la media vuelta. Espere que llegaran hasta mi distancia y les grite con toda la fuerza que tenía
-¡Son una bola de plásticas que solo buscan el rencor de otras personas, no pueden ni con sus míseras vidas así que caminan por ahí pisoteando la de los demás, búsquense algo que hacer que no sea inyectarse Botox o cortar sus shorts para que se les vea más el trasero! Dejen en paz a las personas y preocúpense por ustedes mismas... la felicidad de los demás es el reflejo de lo increíblemente infelices que son ustedes- dicho esto me di la media vuelta y seguí con mi camino. Claro gritaron hasta de lo que iba a morir... Pero no las escuche, me sentía satisfecha de haber puesto en su lugar a personas tan superficiales como ellas.
Los días pasaron, meses inclusive pero a la chica rara vez la veía, dejo de asistir al taller y por la escuela no volví a topármela... una tarde saliendo de casa de Sam camine hasta el trabajo de mi madre para esperar y que así nos fuésemos juntas a casa. Sentada afuera del edificio vi pasar a una muchacha, una delgada joven de cabello corto hasta los hombros, fruncí el ceño admirando sus facciones, los pómulos los tenía en extremo marcados, los ojos rodeados de ojeras purpuras y la boca gigantesca. Su rostro estaba completamente marcado por huesos y la clavícula que apenas se le asomaba alarmaba a cualquiera que la viera... la chica tanto había adelgazado que ahora parecía más una persona con problemas alimenticios. Volteo a verme así que rápidamente me gire... pero al pasar por mi lado y estando a distancia de la mía me giro para volver a verla... era un grado extremo de delgadez...
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La última carta de Charlie
Teen FictionEmma Johnson una estudiante de preparatoria se prepara para su último año. Ansiosa por salir de la interminable etapa de las hormonas adolescentes se verá atrapada ante la fascinante mirada de su profesor de literatura Charlie. ¿Qué pasara cuando E...