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Mientras todas las chicas de sexto se vestían para bajar a desayunar, en la cama de Marlene apenas asomaba por debajo de la manta un revuelto cabello rubio. Odiaba madrugar, pero la noche anterior se había quedado hablando con James que le había pedido ayuda con Lily. Seguía pensando que Potter era un egocéntrico insufrible, pero lo que habían hablado le había convencido un poquito de que realmente quería a Lily.
Un almohadonazo aterriza en la cabeza de la rubia, que de un salto se sienta en la cama y cierra los ojos con fuerza pues la luz le hace mal.

- ¿Qué carajos..? -murmura con voz somnolienta.-

- Levanta, Marlene, o vas a llegar tarde por décima vez y estamos a dos semanas de haber empezado las clases. -Le dice una voz, que reconoce como la de Lily Evans.

- No pienso mover el culo de la cama. -Responde y vuelve a acostarse, colocando la almohada en su cara.-

- Cuéntame. -Dice Lily, al parecer más cerca de ella pues la escucha con mucha más claridad.- ¿Donde estabas anoche?

De pronto, la rubia se sienta en la cama para luego ponerse de pié.

- ¿Está ocupado el baño? -pregunta, haciendo caso omiso de la pregunta. Potter le había pedido que no dijera nada a nadie.-

La pelirroja pone los ojos en blanco pero esboza una sonrisita de suficiencia que a Marlene no se le escapa: la maldita le preguntó simplemente para sacarla de la cama, pues sabía que no querría contestar. Dándose por vencida, la rubia se viste y luego de arreglarse, baja con Lily, Dorcas y Mary hacia el Gran Comedor, a desayunar. Por supuesto, en la mesa de Gryffindor estaban "los Merodeadores". Marlene no tenía mucho problema con ellos, a veces eran divertidos, pero uno de ellos la sacaba de sus casillas desde que lo conoció: Sirius Black. El tipo más ególatra, creído, pesado e imbécil del planeta. Y parecía estar ensañado con ella, para empeorar las cosas.

- Buen día, chicas. -Las saluda Remus Lupin, otro de los Merodeadores.-

- Buen día, Remus. -Responden las cuatro al unísono.-

James también las saluda, pero ésta vez sólo Marlene, Dorcas y Mary contestan, Lily se mantiene callada.
Marlene se sirve café y toma una tostada de la pila que había en un plato, pero se siente observada. Alza la vista y Black la mira desde el otro lado de la mesa, con una sonrisa socarrona.

- McKinnon, luces inusualmente desarreglada ésta mañana. -Comenta el chico.-

- Vete a la mierda, Black. No estoy de humor para tus estupideces.

- Nunca estás de humor para mis estupideces.

- Es cierto. Déjame desayunar en paz, Black. Ve a moverle el rabo a Potter. -Vuelve la vista a su desayuno, dándole a entender que ya no hablaría más con él.-

- Ay, McKinnon, si supieras...-comenta Sirius enigmáticamente y se estira en el lugar.-

- ¿Peleando desde temprano ustedes dos? -pregunta Remus.-

- Metanse a un aula vacía y descarguen hormonas, chicos. -Sugiere Potter.-

- A éste no lo toco ni con el palo de la escoba, por respeto a la escoba. -Responde Marlene, que ya cansada de Black, agarra una tostada, se pone de pié y se dirige a la salida del Salón.- Nos vemos en clase. -Les dice a sus amigas al pasar.

- ¡Algún día aceptarás que estás perdidamente enamorada de mí, McKinnon! -le grita Sirius.-

La rubia simplemente se limita a levantar el dedo medio y salir de allí.

La primer clase del día era Transformaciones. Ni ella le agradaba a la profesora ni la profesora le agradaba a ella, asique solía llevarse alguna reprimenda en aquella clase. Aquel día no es la excepción: Dorcas suelta un comentario sobre el ajustado rodete que la profesora llevaba siempre y Marlene no puede evitar una sonora carcajada, que provoca que la profesora intercambie lugares y la siente con James Potter. A regañadientes, la rubia se cambia de lugar.

- Hola de nuevo, Marlene. -Dice James, evitando sonreír.-

- Hola. -Murmura malhumorada.-

- Por casualidad ¿Le has dicho algo a Evans? Hoy no me saludó.

- Nunca te ha saludado, Potter.

- Ya, pero ¿le dijiste algo?

- No. Te dije que no le diría nada.

- Ah. Perfecto. Gracias.

- ¿De qué hablan ustedes dos? -pregunta Sirius, metiendo la cabeza entre los otros dos.-

- De tu enorme cabeza. -responde Marlene y se echa hacia adelante para que no la moleste más.-

- Ah, el amor...-dice James y recibe un doble golpe, de Sirius y de Marlene.-

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora