Los Cien Pisos (#Wattys2016)

Prólogo

No recuerdo de que color era el cielo, la guerra se llevó todo a su paso, incluso los colores. En efecto, hubo una guerra, tampoco recuerdo que o quien la provocó. No viene en los artículos que nos dan en el colegio, los libros tan bien desaparecieron. Los carros, las casas, los parques y los hospitales ya no existen. Más bien no los necesitamos, pues vivimos bajo tierra. Los Cien Pisos, es una estructura debajo del suelo, una colonia, yo no lo llamaría hogar, una capital. He vivido toda mi vida aquí, mis padres también nacieron aquí, igual que mis abuelos y los padres de mis abuelos; nadie recuerda lo que hay allá afuera. Tal ves existan monstruos o seres de otros planetas, así decían las historias que se les contaba a los niños desde pequeños para que no pensarán en el mundo exterior. Existe una realidad y esa es que seguimos luchando contra los rebeldes, las personas como nosotros los despreciamos porque, según los temas y las horas en el colegio, ellos iniciaron todo este problema. Ellos viven en el exterior donde el aire es puro y no artificial, donde pueden ver la luz del sol sin tener que ver la luz blanca de los paneles en el techo en cada uno de los pisos, correr por la tierra y mancharse de lodo sin preocuparse por sus trajes blancos. No deseo su vida porque en cierto modo los envidio y les tengo odio, ellos iniciaron la guerra ¿no es así?, pero también la quiero, quiero correr sin temer a caerme, desvelarme por las noches para ver el amanecer, hablar con mis amigos de cualquier tema sin ser criticados, utilizar diferente ropa de varios colores y parecer un arcoiris, pero no puedo, todo eso se considera un acto de rebeldía aquí en la capital y es algo prohibido hacer algo que valla en contra del balance de las cosas, se supone que vivimos en armonía y así continuará por el resto de nuestras vidas, eso pone en el primer piso en un panel de cristal que da las noticias a los capitalistas que lleguen de sus misiones.

¿Soy feliz viviendo aquí?

No lose

Al final de todo, no puedes salir de aquí.

Al fin y al cabo no recuerdo el color del cielo