《•40•》

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El humo de la leche caliente que salía de la taza, me recordaba a la aeronave incendiandose sobre el espacio, cayendo y luego explotando en millones de pedazos metálicos, junto con los cuerpos de mis padres. Digamos que no me ayudaba mucho.

Delian, se limitaba a verme desde el otro lado de la mesa. Sus ojos encontraron los míos y así se mantuvieron un par de minutos. Me había traído a su laboratorio, era más desordenado de lo que yo pensaba, muchas pantallas colgadas mostrando cálculos en fondos azules. Tijeras o jeringas aquí y allá. Microscopios y computadoras altamente costosas. Todo aquello llenaba el laboratorio y más allá se encontraba una cama, con las mantas y almohadas desparramadas por la misma, me dan ganas de acomodar su laboratorio.

-Amalia Venrrias- dice viendome, no le contesto, le sostengo la mirada- No debiste ir

-Quería respuestas Delian-

-Te dije que era mejor encontrarlas allá afuera, Sam, cambiaste- me dice con ojos de comprensión.

-Espere más de siete años por respuestas, créeme que estaba desesperada- le digo cruzandome de brazos- Cambiar, era obvio.

-No me refiero a eso, a tus amigos los has alejado demasiado-

-Delian no quiero hablar de eso, ¿para que me trajiste?- necesitaba cambiar de tema lo más rápido posible si no a ella también le terminaría gritando.

Delian me ve unos segundos. Se aclara la garganta y luego comienza a hablar.

-He terminado tu traje, el traje contiene micro tarjetas para que se adapte a tu cuerpo, cuando tengas el endoesqueleto el traje se activará. También ya tengo tu capa y las botas. Ya está terminado- dice abriendo su sistema.

-¿Puedo verlo?- le pregunto, ella asiente. Se para y se acerca a una caja de un color plateado. Me la acerca y la pone sobre la mesa. Antes de abrirla me dice algo.

-Ahora mismo todos los demás Aspirantes están con sus guías, haciendo lo mismo que tu, se presentarán ante el Dictador hoy mismo para una evaluación final, sólo faltan unas cuántas semanas para la graduación- se termina sentando de nuevo donde estaba, se acomoda el cuello de la bata y me mira, me hace un ademán para que abra la caja. Yo no lo hago.

-Delian lo siento, no debo hablarte así, lo único que quieres es ayudarme, de verdad lo siento- le digo con una sonrisa. Ella es la única que me ayudó desde el principio de todo esto. Lo menos que puedo hacer es darle las gracias.

-No te preocupes ahora por eso, hay que vestirte- cierra los ojos y un destello sale por el crital de sus lentes.

Mi atención cae en la caja de metal, paso mis manos sobre ella y la abro. La tela blanca con brillo se resbala sobre mis manos, es fina y suave. La pliego sobre la mesa, después sigue la capa, más robusta y de color azul, las tres estrellas están bordadas en blanco. Las botas, me río al recordar mi acción cuando por primera ves las vi en el salón de clases cuando el capitalista entró, son hermosas.

Delian me ayuda a colocar el traje, la fina tela se adapta demasiado bien al cuerpo, es pegada y lisa. Luego me amarra al cuello la capa para que pueda sostenerse, siento como cae por mi espalda, protegiendome. Me coloco las botas, son largas, justo como las quería. Me paro enfrente de un espejo. La imagen de mi mamá se aparece en mi mente.

-¿Qué te parece?- los ojos de Delian, cansados por largas horas nocturnas de trabajo, parecen destellar al verme vestida con su obra maestra- Es el primero que hago.

-Es un honor- le susurro. Me quedo admirandome en el espejo.

-Hay algo más, es un regalo, todos los guías lo tenemos- se va y esta ves trae otra caja de metal, mucho más larga y menos ancha. La abro con desesperación, no me creo lo que veo. Una espada plateada, perfectamente afilada, el mango es de color azul del mismo color que mi capa, grabado sobre el mismo mango hay unas letras "AlfaOmega", mi legión.

Los Cien Pisos (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora