《•52•》

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-Buen trabajo Mondragón-

Buen trabajo.

Estaba deshecha, furiosa, confusa e incluso débil. Pero aun así los maté a todos, ninguno que se cruzó por mi camino quedó con un último suspiro. Nadie excepto aquel chico que se burló de mi, lo voy a encontrar, lo voy a encontrar y lo matere con mis propias manos.

-Capitalistas, dispercence, no se alejen demasiado, dormiremos esta noche en la ciudad y mañana seguiremos el camino hacia el bosque- dijo el general Andreu, su legión se va junto con la del genetal Tomás.

Yo camino sin rumbo fijo, puesto que he visto tanta sangre que la siento pegada a mis ojos. Mi legión me sigue a pesar de no haberles dado órdenes, en silencio todos avanzamos. La noche había caído y todo se había vuelto penumbra, el momento perfecto para la emboscada de los rebeldes, aunque ahora que lo pienso no debe de quedar ni uno dentro de la ciudad.

-Deberíamos tomar algún edificio y esperar órdenes por ahí- les digo, no me creo que les esté hablando así de normal cuando tengo una ganas de gritar y patalear muy fuertes.

-Sam...Yo...creo que debemos hablar- sugiere Susejh.

No le contesto, tiene razón.

Subimos gracias a nuestros cables a un edificio semidestruido, despejamos el piso en silencio y tomamos una habitación, voy hacia una esquina y me recuesto desde la pared dejándome caer hacia el piso, estoy agotada. Los demás tratan de acercarse a mi, sobre todo Josh quien le prometí que lo cuidaria ante la oscuridad.

-Fue...Algo fuerte, incluso para nosotros- comenta Marco, viendo el piso.

-Ya no quiero estar en el Sector A, tengo miedo- dice Susejh, abrazandose ella misma.

-Olle Sam, ¿Que pasó con aquel rebelde para que te pusieras así? Si es que puedo preguntar- Galeana me dice. Me le quedo viendo unos segundos. Que le puedo decir. Ni si quiera se que hacer ahora.

-Ammm...pues...Me dijo que...tenía cierto parecido a alguien a quien conoce y después de eso escapo- le digo sin más. Siento las manos pegajosas.

-Lo dejaste ir-

-Entre en pánico, no sabía que hacer y me enojé tanto que termine matando a medio mundo- les comento.

Después de eso todos nos quedamos en silencio. Sólo habíamos hecho lo que se nos pidió, entrenamos esto, disparamos para vivir, entonces, ¿porqué nos cuesta admitir que asesinamos?. Tal ves sea lo que nos hace humanos. Tal ves sólo sea cuestión de tiempo, cuestión a acostumbrarnos.

-¿Creen que estemos bien?- pregunta Susejh entre lágrimas.

-No tengo idea- Joshua comienza a entrar en pánico y mueve sus manos sin control- ¡No tengo idea si matar es bueno!.

-¡Tranquilo Josh!- le grita Marco sosteniendole las manos.

-Extraño a mi hermana- comenta Galeana.

-Chicos, estamos haciendo bien- les digo viendo a atraves de una ventana rota- Combatimos por aquellos que queremos, eliminamos a la posible amenaza de nuestras familias.

-Es-verdad- dice Susejh tratando de entender lo que digo- Somos héroes

Aún así, siendo héroes. Seguimos teniendo miedo de perdernos los unos a los otros. Sabiendo que somos letales y tenemos armas, tenemos miedo de jamás regresar.




Mi sistema suena, me despierto adolorida por dormir sobre el suelo. Es un mensaje del general Andreu. Me pongo de pie estirando mis brazos, aun no ha amanecido, a penas y podemos ver algo allá afuera. Abro el mensaje y dice que vayamos hacia el norte, nos esperan en la entrada del bosque.

-Chicos, despierten- les digo con voz dura para hacerlos regresar.

-¿Tan temprano?- se queja Galeana seguido de un bostezo.

-Debemos marcharnos, arriba-

Todos despiertan y para hacerlos que me sigan salto por la ventana y me cuelgo del concreto de los edificios columpiandome hacia nuestro objetivo, escucho a los demás siguiendome de cerca. La ciudad da un poco de miedo a pesar de estar amaneciendo, las sombras poco a poco se van yendo dejando paso a la luz filtrarse entre los laberintos de cristal o transportes. Hasta cierto punto me gusta.

A lo lejos vemos una franja de color verde obscuro, un frondoso bosque se alza hacia el cielo. Cuando los edificios se acaban nosotros bajamos y nos juntamos con los demás, ahora por alguna razón nos dejan espacio para ver los planos y escuchar con atención la estrategia que tienen. La extraña razón creo que es mi culpa.

-Capitalistas, esta ves sabemos un cien por ciento que los rebeldes tienen otro campamento aquí. Es terreno en ventaja para nosotros ya que los árboles nos ofrecen espacio para los cinturones. Avanzaremos por las copas sin hacer ningún ruido, nos posicionaremos arriba de ellos y cuando de la señal bajamos en una emboscada, ¿entendido?- todos asienten y algunos lo dicen verbalmente.

Accionamos los cinturones y volamos a través de enormes ramas que a veces tenemos que dar piruetas en el aire para esquivarlas, salen de la nada. Aquí dentro la luz no logra filtrarse del todo esta un poco obscuro, pero puedo ver bien.

-¡Campamento aproximándose general!- alguien grita al frente.

Bajamos la velocidad y lanzo uno de mis cables a un árbol mientras el otro lo engancho en posición contraria así poder quedar suspendida en el aire en una posición para atacar. Somos como bombas a punto de caer y estallar.

El general se comunica con los lideres y nos da la indicación de utilizar cualquier movimiento con tal de no dejar a nadie vivo.

-Susejh, no quiero que bajes, utiliza un árbol para la posición que quieras, cualquiera que se aleje del campamento, lo quiero muerto. Los demás bajamos a la señal del general, preparen armas- les ordeno y Susejh saca su francotirador y comienza a checar la mira, yo desenvaino mi espada.

-Sam,¿estas bien?- pregunta Marco.

-Claro, a mi señal si es que se requiere haremos una retirada estratégica volviendo a los árboles, traten de no alejarse por el suelo- le digo ignorando completamente la adrenalina que siento en la garganta.

-¡Ataquen Capitalistas!- grita el general Andreu.

Desengancho mis cables y la gravedad me ayuda a bajar. No me hago daño al chocar contra suelo. Cuando levanto la mirada veo el miedo en los rebeldes y una imagen más me golpea la cabeza.

Puede que así fuese la última mirada de mis padres

Fue como una chispa lo que sentí, jalandome desde dentro, haciendo que mis movimientos fueran rápidos y certeros. Con agilidad blandiendo la espada y luchando contra aquel que se pusiera en medio. Todos corrían y gritaban mientras nosotros matabamos a sangre fría. Niños, mujeres y hombres trataban de escapar, pero ya había demasiada sangre regada por el piso.

Noto un movimiento detrás de mi y veo a una niña correr fuera del campamento le sigo las pisadas y la alcanzo a los pocos metros. Aterrorizada voltea a verme unos segundos, sin poder respirar bien y vuelve al frente y sigue corriendo, estirando sus brazos.

Me paro en seco y decido sacar mi pistola le apunto justamente en medio de la espalda, respiro hondo y me lleno mi cabeza de pensamientos que me ayuden a jalar el gatillo.

Es rebelde.

Es el enemigo.

El enemigo que mató a tus padres.

Que mató a la legión Omega.

ENTIENDELO SAM ¡DISPARA!

Jalo el gatillo hacia atrás liberando la bala fuera del cañón, alguien grita detrás de mi, se que no es nadie que yo conosca. Algo me parece extraño.

Tengo los ojos cerrados.

Los Cien Pisos (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora