《•45•》

36 4 2
                                    

Nos fuimos a la cafetería, sólo Delian y yo, nadie más había despertado. Veía mi comida con repulsión, a pesar de tener hambre, tenía miedo de que Delian haya tocado algo más a parte de mi sistema nervioso.

Mi tenedor se había quedado a un lado y el caldo se había enfriado. Mientras las demás personas me miraban, sentía las miradas más profundas que antes, vaya que dolía.

-Deberías comer- dice Delian- Así será más fácil que te recuperes

-No, gracias- le digo, resoplo y me paso los dedos por las argollas de metal de mi brazo derecho.

-¿Hice un mal trabajo?- pregunta

-No para nada- le digo con una sonrisa y negando la cabeza- Es sólo que me resulta extraño tener esto.

-Te acostumbraras- me dice apuntadome con su tenedor.

Me quedo observando a Delian, me sorprendo al ver sus facciones. De nuevo mi cerebro me gana al procesar todo tan rápido. Delian estuvo 20 horas despierta y sin comer, cuidandome.

-¡Delian!- le grito por darme cuenta de eso, ella salta hacia atrás aun con su ensalada saliéndose de la boca.

-¿¡Que?!- pregunta tan exaltada como yo

-No has dormido en demasiado tiempo- le explico- tienes que hacerlo

-Ha, era eso. Pensé que te sentías mal o algo así, no te preocupes estoy al cien por ciento de mi capacidad- cuando levanta el brazo su tenedor sale volando hacia arriba, alzo mi mano y el tenedor cae en ella.

-¿Al cien?- le pregunto sarcástica.

-Bueno, al cincuenta- me dice, después de eso comenzamos a reír.


Como todavía nadie había despertado nos fuimos al laboratorio de Delian, en cuento ella toco su colchón desacomodado terminó profundamente dormida. Me dediqué a ver sus frascos de colores llameantes y que brillaban bajo la luz blanco del panel en el techo. Me senté en una de las sillas y me dediqué a observar detenidamente lo que ahora estaría conmigo toda mi vida. Había muchas cosas que me inquietaban acerca del endoesqueleto, por ejemplo, como me bañare, uno de los enigmas que me comía la cabeza. Ya no tenía tanto dolor como cuando desperté, ahora simplemente son piquetes aleatorios, las náuseas pasaron y los mareos se quitaron, ya no quedan efectos secundarios dentro de mi.

Cuando caminábamos hacia aquí notaba que los sonidos son mucho más claros ahora, puedo ver las caras de las personas a distancias que antes no veía nada, aun no he probado mi fuerza. Me impulso con mis pies para dar vueltas con la silla de ruedas, doy tantas que pierdo el control y termino chocando con uno de los muebles, las cosas se caen, pero a tan solo unos centímetros de que hagan un escándalo me doy cuenta de que ya las tengo sobre mis manos, un punto más para mis reflejos.

Cuando devuelvo las cosas veo una pantalla que tiene un documento abierto, mi vista me permite rápidamente leer mi nombre, me llama la atención que termino leyendo. Dice que mi legión al ser catalogada para el sector A tendremos que partir hoy mismo, me alarmo y dejo la pantalla en su lugar. Partire hoy mismo, volteo a ver a Delian quien duerme demasiado bien, me levanto de la silla y abro la puerta con mucho cuidado. En cuanto la cierro salgo corriendo hacia los elevadores. Necesito despedirme.

Mientras corría me doy cuenta que tardo menos tiempo en mover mis piernas, es como si pudiera volar ya que en medio segundo ya estoy parada enfrente de las puertas de metal esperando a que llegue el elevador. Mientras espero ciento como si algo fuera a pasar, un presentimiento, es tan intenso que me pica la nuca al pensarlo.

-Aspirante Samanta, que sorpresa- Y ahí está mi presentimiento.

-General Tomás, señor- le digo, dando media vuelta.

Los Cien Pisos (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora