2

374 20 4
                                    

— Sí, sí... — Apague la alarma, me vestí lo más cómoda posible, tome mi harapiento y favorito bolso, acaricie a Snake y salí de mi pequeño cuarto ubicado bajo la escalera... El que antes era el almacén de alimentos... De hecho mi cama era un armario... Qué lamentable sonó eso, olvídenlo, ahora.

— ¡Tsh, por fin te dignas a salir! ¡Aquí no tenemos empleada para que sirva el desayuno así que apresurate y dale de comer a tus hermanos! Que para que Mirna vuelva falta harto  — Me gruñó Jou con los ojos puestos en el periódico, en la sección de deportes. No era mala persona pero... Era un grinch. Y Mirna era el ángel que me había adoptado.

Simplemente deje mi bolso a un lado, le serví cereales a mis tres hermanastros, me lave el rostro y los dientes y entonces me fui a la escuela en la vieja y oxidada bicicleta que yo misma había arreglado días antes.

Iba pedaleando animadamente mientras escuchaba música con audífonos pero entonces uno de los pedales comenzó a tambalear y ¡PUM! saltó lejos.

— Changos... — Dije casi en susurros, frenando al instante y dejando la bicicleta a un lado para ir a buscar el maldito pedal que había caído en mitad de la autopista, pero entonces cuando iba a correr para recogerlo, la luz del semáforo cambio y mi pedal quedó hecho añicos.

PiscisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora