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Rápidamente Júpiter me encerró en mi cuarto para que me vistieran y convocó a las personas al salón principal del Palacio, diciéndoles que la boda de había adelantado.

- Señorita... Aproveche ahora que va a tener a todo el pueblo - Me susurraba la sirena que arreglaba mi precioso vestido, pero en vez de sentirme "como princesa" me sentía como si de un funeral se tratara.

- Si señorita, todos estamos de su lado, eso se lo podemos asegurar - Me decía la otra que arreglaba mi cabello con pequeños detalles de perla.

-... ¿Cómo pueden confiar en mí si nunca antes me habían visto? - Pregunté curiosa. Era sospechoso todo esto y sólo me estaba haciendo una mala idea de los susurros de esas sirenas pero entonces me sentí horriblemente mal.

- Es gracias al joven Tristán señorita... Una vez recorrió todo el mar hablando de usted hasta a los moluscos más pequeños, debería haberlo sabido ya - contestó una de las chicas.

Oh Tristán... Nunca podré mostrarte mi gratitud hacia ti... Eres y serás mi todo.

- Señorita, el rey Júpiter la solicita en el salón - Dijo una especie de cangrejo tritón, haciendo una leve reverencia para que yo le acompañara.

Sin más, levante ni barbilla y camine dignamente hacia el lugar. Abrieron las enormes puertas chirriantes del salón y una multitud se alzó frente a mis ojos. Si este era mi destino lo aceptaba... Si lograba estar reinando junto a Júpiter, sería más fácil derrocarlo... Pero de pronto algo vino a mi mente.

... ¿En qué momento había llegado a esto? Hasta hace unos días todo iba normal... Al menos dentro de lo que se podía... Dios... Sólo quiero decir que... Desde hoy, mi vida será otra, y yo seré otra.

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