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Por un impulso idiota de mantener la respiración no me atrevía a abrir la boca para comprobar que sí podía respirar hasta que ya no aguante más. La sal me molestaba en los ojos y yo no podía para de tragar y tragar agua, lo que me hizo pensar que quizás toda la historia de Tristán era mentira y que en realidad se había equivocado de chica...

Pero por suerte al cabo de unas buenas bocanadas de agua fui sintiendo cómo cada particular se transformaba en oxígeno y mis pulmones lo aceptaban. Resultaba un poco escalofriante pero me agradaba.

Como era de noche y una tormenta comenzaba afuera, no podía ver bien hacia donde iba, sólo sabía que pataleaba como loca para poder avanzar hacia las profundidades del mar.

Me sentía como si volara, con las corrientes del mar rodeandome, la presión del agua que me mantenía flotando y las extrañas lucesitas que se podían ver a lo lejos impregnadas en la arena.

Por un instante cerré mis ojos y me dejé llevar. No le temía al mar, podía respirar en el agua y conocería a los subacuáticos... Sólo rogaba para que ese tal Júpiter no me atrapara o de seguro que Tristán no me lo perdonaría... Oh Tristán, Erick, lamento tanto que se golpearan de esa manera por mi culpa...

Había empezado a avanzar hacia la arena para poder caminar en vez de "nadar" pero entonces sentí que alguien tiraba de mi poleron.

Me volteé rápidamente pensando en que quizás era Tristán, pero para mi desgracia era algo mil veces peor... ¡¡Un jodido tiburón!!

PiscisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora