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Erick

No comprendía qué era lo que estaba pasando, el sujeto rarito me explico toda una historia que perfectamente podría haber sido un cuento de hadas, y ahora estábamos en la playa, a las seis de la madrugada y tiritando de frío... Bueno, al menos yo tiritaba porque el chico sireno se estaba desvistiendo... ¿Qué demonios?

-Oye... No crees que está haciendo frío como para que te desnudes? Además acuerdate que yo también estoy aquí - Le dije mirándolo con la expresión más asqueada que pude poner.

- Me importa bien poco que estés aquí, debiste decirle a Mirna que te llevara a casa porque dudo que puedas ayudar en algo - Me contestó Tristán (si, me acuerdo de su nombre, es sólo que prefiero llamarlo con apodos).

- Pero yo también quiero a Jun y estoy muy preocupado por ella... Yo la amo ¿Entiendes? Y si tú también lo haces entonces deberías comprenderme un poco - Comenté molesto.

El sirenito ya me tenía harto con su actitud antipática y heroica... Es decir, esta bien, yo provoque que nos peleáramos y que nos llevaran al calabozo, y creo que también lo retrasé para que fuera a buscar a Jun, además de que soy humano pero... Yo también quería ser de ayuda.

- Escucha... Erick. Yo no necesito que me ayudes para nada, no sabes respirar bajo el agua y además eres un humano, si te llevo conmigo te harán comida para el kraken y no quiero que Jun me culpe de eso... Así que sólo quédate aquí o vete a tu casa o has lo que quieras, y no te preocupes por Jun que de ella yo me encargo - Y sin decirme más, corrió en calzoncillos al mar.

Me quedé mirando como se sumergía cada vez más en las profundidades del mar y cuando ya no lo divisaba, me senté pesadamente en la arena, junto al montón de ropa que él había dejado.

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