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- Entonces, querida, ¿Vas a querer ir a conocer mi ciudad? - Me preguntó Júpiter, entrando en mi habitación sin si quiera golear antes. Claro, era "su" castillo.

- No, aún me duele el cuerpo - Respondí de forma cortante y sin querer mirarlo. Estaba concentrada mirando por una "ventana" ideando un plan para que Júpiter fuera destronado sin que nadie terminara herido pero me resultaba demasiado difícil pensar en un plan así de perfecto...

- Pero si lo que te hice no fue nada en comparación a lo que le eh hecho a otros... Vamos, quiero que conozcas el lugar en el que vas a vivir de ahora en adelante - insistió Júpiter, pero antes de que pudiera contestarle entró una mujer con el rostro más pálido que sus propias escamas.

- Señor... La señorita Rubí ah sido... A ella... - Decía como si las palabras no quisieran salir de su boca.

- ¿Qué? ¿Qué le pasó? - Pregunto algo nervioso Júpiter, acabando con su enorme cola de tritón hacia la empleada.

- Ella está agonizando en las escaleras del Palacio -

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