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- Oh, Hola, lamento no haber aparecido antes, no te escuche hablar... ¿Necesitas algo? - Me preguntó el chico que apareció de debajo del mostrador sobandose la frente, y yo me quedé sin aliento y roja como una sandía... Ah, es verdad, las sandías son verdes por fuera y rosadas por dentro... ¿O eran rojas por fuera y verdes por dentro? Ya no sabía nada.

Es que era tan alto, con su castaño cabello desordenado, unos preciosos ojos verde oscuro cubiertos con gafas ópticas, una cicatriz en una ceja y otra en la mejilla y una que otra mancha de grasa en el rostro y brazos, aunque su ropa se había llevado la peor parte... Era tan guapo, y por un momento me imaginé junto a él vendiendo repuestos...

Sí, a veces - Ajem, la mayoría del tiempo - suelo imaginarme cosas demasiado rápido, o demasiado lento, depende.

- ¿Disculpa? ... ¿Puedo ayudarte en algo? - Volvió a preguntar él, inclinándose levemente en el mostrador con una media sonrisa y dejándome ver parte de sus bien definidos pectorales. Oh Dios, puedo morir en paz, creo.

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