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Pequeñas gotas habían comenzado a caer sobre la ciudad, la luz de los focos del lamborgini de Erick nos iluminaba potentemente y Tristán se golpeaba bruscamente con Erick... Vaya escena.

Y yo, bueno, yo estaba parada en medio de ambos tratando inútilmente de separarlos.

- ¡Chicos ya basta! ¡Es tan estúpido que peleen por esto! - Les gritaba afirmando intermitentemente los hombros de ambos.

- ¡Tú quitate! - Me dijo Erick empujándome con una mano tan fuerte que me hizo caer de trasero al piso.

- ¡Eso no se le hace a una chica! ¡Menos a Jun! - Le gritó Tristán, golpeándolo duramente en el estómago y luego en el rostro.

- ¡Cállate! ¡Tú no sabes nada! ¿Qué es toda esa mierda de que ella será la madre de tus hijos? ¿Y de que es la reina de no sé qué? ¿Y dices que tu eres un tritón? ¿Esos pequeños lagartos feos? - Se burlaba Erick, limpiándose con la manga de su camisa la sangre que le corría por la comisura de la boca.

Cada vez los golpes iban aumentando de fuerza, sentía que se estaban sacando en cara algo que no entendía bien pero yo simplemente quería que pararan... Había leído mucho de estos duelos por el amor de una chica pero realmente no se sentía ni alargador ni emocionante, al contrario, se sentía pésimo...

- ¡Ya basta! - Les grite, poniéndome en pie, quitándome rápidamente las zapatillas y comenzando a correr a la playa. La lluvia se había intensificado y el mar se veía muy violento pero ya no le temía, menos porque sabía que no me ahogaría.

- ¡Espera, Jun, no lo hagas! - Escuche que Tristán me gritaba a lo lejos pero ya era tarde, yo ya me había sumergido en las cálidas olas que azotaban la orilla de la playa.

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