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Al final él terminó por colocarle los pedales a mi vehículo. Yo simplemente le agradecí y me marché a clases... No podía hacer más, no había de qué conversar y yo iba a llegar tarde, eso era seguro.

- Señorita Adams, viene treinta minutos tarde, espere a que termine la clase afuera - Me pidió drásticamente el profe de matemática.

- Pero señor Bennet - Trate de explicar con el rostro colorado y avergonzada porque todos mis compañeros me observaban.

- HE DICHO... Que salga, señorita Adams -Habló el hombre y yo simplemente le hice caso. Al cabo que ni me gustaban las matemáticas.

Me senté pesadamente en el pasillo y saqué mi libro favorito para releerlo, y vi cómo Cristina, una de mis compañeras, llegaba atrasada pero a ella no la sacaron fuera. Seguramente Bennet me tenía mala.

Sin querer perder tiempo en esas personas me sumergí en el libro y justo cuando iba llegando a la muerte de uno de mis personajes favoritos, alguien pasó junto a mi y me cerró el libro... Y yo no había marcado la página.

- Lo siento, sólo quería molestarte - Me dijo una voz masculina, una odiosa y muy familiar voz masculina.

- Erick -

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