92

79 10 0
                                    

No recuerdo bien cómo fue que pasó, sólo sé que mi mano que tenía la daga terminó hundida hasta el fondo del pecho de Júpiter.

Yo había comenzado a retroceder lentamente para no alterarlo, esta bien, lo odiaba pero no como para matarlo, y entonces casi como un pestañeo, el me sujetó la mano con el cuchillo y se lo clavo hasta lo más profundo de su ser...

- Es así como debía ser, sobrina... Es así como debía ser... Sé que todo lo que hice estuvo mal... Sé que podrás remediarlo...- Comenzó a decirme mientras caía lentamente al suelo del túnel rocoso submarino, cerrando sus ojos y dejando salir burbujas de su boca.

- Júpiter... Que Dios se apiade de ti - Susurró Blanquito, nadando de un lado a otro.

- Seguramente ahora está con su amada - dije suavemente, soltando el pesado puñal y limpiandome con el vestido la sangre que había dejado en lo brazo...

La tarea que se me había encomendado no era fácil, ahora estaba sola y sinceramente, necesitaba tiempo para respirar aire puro, literalmente.

- Blanquito, anuncia la muerte de Júpiter, di que yo fui a la superficie a hacer unos trámites importantes y que volveré dentro de una semana, mientras tanto, pídele al consejo real que se reúna y que empiecen a ver cuanto daño se causó a la ciudad y cuantas personas murieron, por favor - Le dije seriamente al enorme tiburón blanco, el que sólo se quedó mirándome atónito junto a la sirvienta que antes había golpeado a Júpiter.

Realmente necesitaba un poco de realidad en mi vida, lo cierto era que la tenía, pero necesitaba sentirla y eso sólo sería en la superficie.

PiscisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora