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Tristán... ¿Por qué no  odias tú también a los humanos? Ellos mataron a tu familia... Y nunca me lo contaste. Debió ser difícil para ti.

- Blanquito eso es horrible, Tristán nunca me contó nada - Le dije casi en susurros, limpiando las pocas lágrimas que no pude suprimir.

- Es que a él no le gusta hablar mucho sobre si mismo, cree que el resto lo va a comparecer y esas cosas, además no le gusta que estén preocupados por él y piensa que todo puede hacerlo solo - Respondió apenado el tiburón, encorvándose en un pequeño sofá que había junto a una de las ventanas del lugar.

- ¡Pero eso está pésimo! ¿Es por eso que tiene tantas cicatrices? ¿Y tú por qué no le dices nada? - Le preguntaba furiosa a Blanquito a pesar de que él no tenía la culpa de nada...

- Creame señorita Jun, eh tratado de ayudarlo muchas veces pero él se enfada y me abandona, incluso una vez le mordí un brazo para que no se pusiera a pelear en el torneo que se hace todos los años en el Coliseo del rey pero eso sólo hizo que a él le entrarán más ganas de demostrar que podía hacerlo incluso estando herido - Vaya, vaya... Así que mi querido Tristán tenía esa forma de pensar... Y además me había mentido cuando me dijo que venía a ver a su familia, en realidad venía a luchar...

- Blanquito, creo que tengo muchas cosas que hablar cuando vea a Tristán, y tengo otras muchas preguntas para ti -

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