Stydia Oneshots <3

Burn with you

Even angels have their demons.

~ Burn with you

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Stiles se despertó sobresaltado, con el corazón encogido en un puño y con gotas de sudor resbalándole por la frente y las mejillas. Se incorporó de golpe en la cama, quedando en posición sentada. La imagen de Donovan atravesado por la viga todavía estaba grabada en sus retinas, y estaba seguro de que seguiría así cada vez que cerrara los ojos e intentara conciliar un poco de sueño. Miró a su alrededo; las paredes de su propia habitación lo envolvían en lo que se suponía debía ser una seguridad que proporciona lo que es conocido para una persona, pero lo cierto era que, a esas alturas, nada llegaba a darle esa seguridad. Bueno, casi nada.

A su derecha, una figura pequeña y aparentemente frágil se retorcía sobre la cama, incorporándose sobre los codos con un murmullo. La chica se frotó los ojos y en seguida puso una mano preocupada sobre la rodilla de Stiles. Con la otra se encargó de acariciarle la nuca mientras le susurraba palabras dulces al oído.

-Shh, Stiles, estoy aquí -decía. -Tranquilo, está todo bien. Solo ha sido una pesadilla.

Lydia no sabía qué era exactamente lo que le atormentaba, pero sí que era prácticamente la única persona que sabía que le ocurría algo. La otra era su padre. Ni siquiera Scott. Desde que la chica se había dado cuenta de que Stiles no paraba de chasquear la lengua, desviar la mirada, fruncir el ceño, reaccionar con movimientos bruscos y temblar a menudo con las manos, comprendió sin necesidad de palabras que había algo que no estaba bien. Había estado esperando a que Stiles se lo contara, pero no había tenido resultado.

Había veces, como aquella, en que Lydia sabía que Stiles necesitaba a alguien a su lado, aunque él ni siquiera llegara a decirlo en voz alta. Por eso mismo, la chica se había quedado ya más de una decenas de veces en su casa a dormir; simplemente para asegurarse de que no pasaba la noche solo cuando claramente los fantasmas de algo que había ocurrido no hacía mucho lo estaban persiguiendo.

Al ver que Stiles no se tranquilizaba, Lydia subió la mano que había depositado en su rodilla hasta su mejilla, de modo que tenía su cara prácticamente en sus manos. Le pidió que la mirara a los ojos, que no dejara que nada más en la habitación que no fuera ella lo distrajera. Stiles obedeció y la miró directamente a los ojos, respirando entrecortadamente no solo por acabar de tener una pesadilla respecto a Donovan, sino porque estaba perdiéndose en los ojos más bonitos de los que, sin duda, el mundo había sido testigo.

-Shh, así, muy bien -acabó por tranquilizarlo ella. -Piensa en cosas bonitas.

Stiles esbozó una pequeña sonrisa, la primera en las últimas 24 horas, y es que las palabras de Lydia le habían llevado de vuelta a una situación parecida; el beso en los vestuarios. Sabía que Lydia también estaba pensando en ello en ese momento, pues el rubor en sus mejillas la delataba. Por irónico que pareciera, ahora era Lydia la que estaba nerviosa.

-No hace falta que piense en cosas bonitas cuando tengo la más bonita de todas delante de mí.

Las palabras le salieron solas. Cada una de ellas era más verdadera y sincera que la anterior, pero no por eso las querría haber dicho en voz alta. No era ningún secreto que había estado colado por Lydia desde los 8 años, pero ahora, a sus 17 años, esas palabras implicaban muchísimo más que un simple flechazo por la chica. Stiles no las había dicho porque sí; realmente estaba convencido de que lo más bonito sobre la faz de la Tierra estaba ahí, a su lado, con ambas manos sobre sus mejillas y unos ojos verde esmeralda que infundían tanto respeto como la majestuosidad de los bosques.

Lydia abrió la boca en forma de 'o', un círculo tan pequeño que solo desde una posición tan cercana como la de Stiles habría sido visible. Podría jurar que su corazón se había parado en ese mismo instante, y solo cuando se aseguró de que continuaba latiendo se atrevió a inclinarse con mucho cuidado hacia atrás, arrastrando al chico tras ella. Poco a poco, volvió a apoyar la espalda sobre el colchón de la cama, dejando que las sábanas blancas los envolvieran de nuevo.