Stydia Oneshots <3

Perfect

Baby, I'm dancing in the dark with you between my arms
Barefoot on the grass listening to our favourite song

~ Perfect

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Lydia se había atrevido a imaginar diferentes escenarios sobre este momento; llevaba un par de semanas pensando en la fiesta y en lo que pasaría en ella. Habría risas, bailes pegados, caricias, miradas y, si la suerte así lo quería, podía incluso haber un beso. No era tan descabellado de pensar, pues a lo largo de los últimos meses creía haber detectado cierta conexión entre ellos dos.

Así pues, con una idea bastante optimista en mente acerca de la fiesta, el golpe que se dio con la realidad cuando se encontró allí de una vez por todas fue tremendo. Sí, había risas, bailes pegados, caricias, miradas y, por supuesto, besos. Pero ella no formaba parte de nada de esto; más bien eran Scott y Kira los tortolitos acaramelados que parecían creer que no había un mañana, por lo que tenían que aprovechar el máximo tiempo juntos esta noche.

Por su parte, Lydia se encontraba sentada en uno de los sofás más apartados de la multitud, donde se había dejado caer hacía un rato al comprobar que la fiesta era un completo aburrimiento. Y una decepción. Sin embargo, era obvio que cierto chico de nariz respingona, ojos color avellana y lunares por todas partes no pensaba igual que ella. Para él no era ni un aburrimiento ni una decepción; lo estaba dejando más que claro cada vez que se acercaba a una de las chicas invitadas y se paraba a conversar con ellas, a traerles algo de beber, o incluso a bailar con ellas. Pegados. Mierda.

Ahora, Stiles tenía toda su atención puesta en Malia, una chica que había llegado nueva este curso y que había conquistado ya a más de la mitad de la clase. Nunca se había mostrado interesada en corresponder a ninguno de sus pretendientes, dejando que sus halagos y pedidas de cita le resbalaran como el agua, pero esta noche era diferente. Esta noche, Lydia no había tardado en darse cuenta, Malia quería a Stiles. Y lo peor era que él también iba sin duda detrás de ella.

A Lydia le hubiera gustado irse a su casa. Lo había pensado, tenía las llaves del coche en el bolso pidiendo ser utilizadas, además de que no había probado ni una gota de alcohol, así que no le haría falta esperar a que le bajara el efecto del mismo para coger el coche y marcharse. Quería y podría hacerlo, pero había un problema: le había prometido a Kira que la llevaría a casa tras finalizar la fiesta y, por muchas ganas que tuviera de desaparecer de una vez, Lydia no era capaz de separar a su amiga de Scott, de romper su momento.

Sin embargo, quedarse en el salón viendo cómo unas manos que tenían que estar sobre ella recorrían las curvas de otra chica no entraba dentro de sus planes. No aguantaría mucho rato más allí, así que decidió que, ya que no podía abandonar la casa, al menos sí que podía largarse de la fiesta como tal. Sin pensárselo dos veces, se levantó del incómodo sofá y, sin ser vista por ninguno de sus amigos —ya que todos estaban concentrados en otras personas—, se escabulló del salón, en dirección al piso de arriba.

Conocía la casa como la palma de su mano; no en vano, se había convertido prácticamente en su segundo hogar desde que Stiles y ella empezaron a pasar más tiempo juntos. Allí la habían acogido cuando había necesitado un lugar para pensar, para apartarse de sus problemas, o inluso cuando se había peleado con su madre. De nuevo, la casa volvía a acogerla, esta vez porque necesitaba alejarse de él.

En el piso superior, la segunda puerta a la derecha era la que escondía el dormitorio de Stiles. No había puesto todavía la mano sobre el pomo, pero ya podía sentir su esencia, su aroma. Estar allí le recordaba a los buenos tiempos —a los mejores, de hecho— y en ese momento solamente quería volver atrás y haberle prohibido a la Lydia de entonces que permitiera que su corazón le diera al chico una bienvenida diferente a la que le había dado al resto de sus amigos. Pero eso era imposible; no se podía retroceder en el tiempo y tampoco veía muy factible poder dejar de lado lo que sentía por él de la noche a la mañana.