Stydia Oneshots <3

Call me

Este oneshot no es que sea la segunda parte del anterior, sino más bien su complementario. En el otro era Lydia la que estaba enferma, mientras que ahora se trata de Stiles. Me ha parecido interesante hacer las dos versiones de un mismo acontecimiento. Espero que os guste *.*

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Call me, my love
You can call me any day or night.

~ Call me

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—Hola, señor Stilinski. ¿Cómo se encuentra Stiles? ¿Puedo pasar?

Lydia se hallaba por tercer día consecutivo ante la puerta de casa de los Stilinski, hogar que había visitado tantas otras veces en su vida. Después de su propia habitación, ese sitio era su favorito en el mundo entero, pues había descubierto que nadie la hacía sentir más bienvenida que los dos hombres que allí vivían.

—Claro que sí, Lydia, pasa. Ya sabes que siempre eres bien recibida aquí. —Lydia se adentró y se giró hacia el Sheriff—. Está mejor, aunque sigue sin poder mantenerse consciente más de una hora seguida.

—Algo es algo. ¿Puedo subir?

El Sheriff asintió, así que la chica se dispuso a subir las escaleras. Cuando ya estaba por la mitad, el hombre la llamó.

—Lydia —dijo. Ella se volvió para mirarle—. Muchas veces se despierta susurrando tu nombre.

Por algún motivo, esa confesión reconfortó a Lydia. Como si el solo hecho de saber que Stiles la necesitaba a ella de entre todas las personas le acelerara el corazón.

Lydia asintió y siguió subiendo las escaleras hasta pararse ante la puerta de la habitación de Stiles. Dudó un segundo por si el chico estuviera dormido y no fuera un buen momento, pero su padre no había dicho nada, así que supuso que tenía vía libre para verle. Llamó suavemente antes de abrir la puerta y entrar sin esperar respuesta alguna.

Stiles se encontraba tumbado en su cama con más de una manta cubriéndole el cuerpo, de modo que solo le sobresalía la cabeza. Tenía los ojos cerrados, pero los abrió enseguida en cuanto escuchó que alguien entraba en su habitación. A diferencia de su color miel de siempre, hoy los tenía de un color marrón muy oscuro, aunque prácticamente vidriosos.

—Hola, Lyds. —Si su aspecto no era suficiente prueba de que estaba enfermo, su débil voz lo fue.

—Hola, enfermito. ¿Qué tal te encuentras?

Lydia se acercó con cuidado hasta el borde de la cama y se sentó junto a Stiles.

—He estado mejor —contestó él, resignado.

Ella soltó una risita y estiró una mano para apartarle unos mechones que le caían por la frente. Cuando sus dedos rozaron la piel de Stiles, comprobó con horror que estaba ardiendo.

—¡Stiles! ¡Pero si estás ardiendo! ¿Cuántas mantas llevas encima?

—Solo dos, pero si me destapo tengo frío. —Lydia hizo una mueca—. Es la fiebre, que me hace perder el control de mi temperatura corporal.

Haciendo caso omiso a lo que Stiles acababa de decir, Lydia apartó de un golpe las dos mantas de encima del chico, dejando al descubierto un pantalón de chándal y una camiseta de manga larga. Sí que se debía encontrar mal para estar durmiendo con dos mantas y pijama largo y, aun así, tener frío.

—Lydia, ¿qué haces? —preguntó Stiles, incorporándose un poco sobre la cama—. Te he dicho que tengo frío...

Lydia colocó una mano suavemente sobre el hombro de su amigo y lo obligó a tumbarse de nuevo.