Stydia Oneshots <3

Medicine

Yeah you rid me of the blues
Ever since you came into my life.

~ Medicine

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Si había alguna cosa clara en aquel martes de junio era que Lydia Martin estaba enferma. Tenía los ojos rojos y la piel más pálida de lo normal, a pesar de que claramente se había esforzado por tapar cualquier rastro con maquillaje. Pero a Stiles no podía engañarlo.

—¿Se puede saber por qué has venido a clase? —preguntó Stiles nada más situarse contra la taquilla y al lado de la chica, mientras esta sacaba el material que necesitarían a primera hora.

—¿Por qué no debería? —inquirió Lydia sin necesidad de mirarle.

Stiles hizo unos cuantos movimientos exagerados con las manos. Cualquiera que lo viera de lejos habría pensado que estaba realizando alguna clase de bailecito ridículo.

—Porque no te encuentras bien, obviamente.

Por primera vez en la mañana, Lydia se giró para observarle. El chico la miraba con ojos que parecían que pretendían ahondar en ella y así sonsacarle algún tipo de secreto. Sin embargo, a estas alturas ella ya lo conocía bien y sabía que esa era solo su mirada de preocupación.

—Stiles, estoy bien, de verdad —mintió—. No veo ningún motivo por el que quedarme en casa.

Se quedaron mirándose a los ojos largos segundos, desafiándose en silencio para ver si alguno se atrevía a llevarle la contraria al otro. Fue Stiles el primero en reaccionar, aunque no verbalmente. Alzó un brazo y cerró la taquilla de su amiga con ímpetu, provocando un fuerte ruido metálico que resonó por todo el pasillo.

Lydia no pudo evitar apretar los párpados cuando el sonido de la taquilla cerrándose resonó en su cabeza como un eco vibrando por las esquinas. Había sido como si toda una orquesta de música hubiera pasado por delante de ella desafinando a propósito sus instrumentos.

—Si tan bien estás, ¿qué ha sido ese gesto con los ojos, Lyds? —Stiles no se iba a dar por vencido.

—Nada, no ha sido nada —se apresuró a contestar ella—. Ahora, si me disculpas, hay una clase a la que tengo que asistir. Y estoy bastante segura de que tú también tienes que hacerlo. 

Cuando Lydia cruzó la puerta que la llevaba a Matemáticas, Stiles resopló una última vez antes de seguir sus pasos e ir tras ella. Se sentó en su habitual sitio al lado de su mejor amiga, y se extrañó -al igual que el resto de la clase- cuando ella no abrió el libro a la orden del profesor. Si antes le faltaban pruebas para acusarla de estar enferma, ahora ya no era el caso.

Nada más sonar el timbre que anunciaba el fin de la primera hora, los alumnos recogieron sus cosas para ir a la siguiente clase. Lydia se lo tomó con más calma de lo normal, cosa que no le pasó desapercibida a Stiles. Este la esperaba en la puerta del aula para ir juntos hasta la próxima.

Sin embargo, cuando Lydia llegó junto a él, se le cerraron los ojos involuntariamente y, de la nada, se tropezó hacia delante, cayendo como un peso muerto sobre Stiles, que pasó sus brazos por debajo de los de ella para que no llegara a caer al suelo. Lydia enseguida reaccionó y se irguió de nuevo, pero Stiles no iba a aceptar ninguna más de sus tonterías, y ella era muy consciente de eso.

—Hasta aquí hemos llegado, Lydia —dijo Stiles con tono enfadado, aunque asegurándose primeramente de que la chica podía mantenerse en pie sin su ayuda—. Ahora mismo te vas a casa a descansar.

—Pero si estoy bien...

—Y una mierda. Por si no te has dado cuenta, has estado a esto de desmayarte. —Stiles hizo un gesto con los dedos, juntando las puntas del pulgar y el índice hasta que casi se rozaban—. Tienes matrícula de honor en todas las asignaturas, Lyds, por que te pierdas un día no va a pasar nada, de verdad.