The Avengers ↭ Preferences

Como se conocieron #2

Tony:

Había otro ataque. El segundo este año, justo unos meses después de Ultron. Eras un mecánico que trabajaba en un taller que habías abierto con tus propios ahorros ya que tu familia no apoyaba tu trabajo. Y de alguna manera, quien fuera que ataco Nueva York, no se metió con el pequeño callejón en el que trabajabas. Sabías que esto no era seguro pero necesitabas el dinero. Tenías que trabajar extra duro para ganarte lo suficiente para pagar la renta. Por lo tanto, a pesar del ataque que pasaba afuera, seguías trabajando sin intención de irte. Estabas trabajando en algo debajo del auto cuando escuchaste pasos en el garaje. Te deslizaste fuera del auto solo para ver a Iron Man arreglando su brazo de metal con las herramientas que dejaste en tu mesa.

—Bueno, Sr. Stark, siéntase como en su casa —le dijiste sarcásticamente.

Tony lucio sorprendido al principio, sorprendido de ver a alguien en la ciudad aun trabajando durante el ataque. Pero rápidamente dijo—: Gracias, cariño, lo haré.

—No soy su cariño —dijiste, caminando hacia él. Lo que sea que estuviese mal con su brazo de metal, parecía estarlo retando. Le diste un rápido vistazo a su brazo y casi inmediatamente supiste que hacer.

—Vamos a remover esto y... —te apagaste, demasiado concentrada en arreglar el brazo. Después de unos minutos, terminaste de arreglarlo—. ¡Ahí lo tienes!, ¡serán quinientos dólares! —Dijiste mientras extendías tu mano, esperando que te pagara.

—¿Qué? ¿Acaso el hecho de que estoy salvando tu vida no lo paga todo?

—Tal vez tu no, pero algunos de nosotros de verdad necesitamos el dinero para pagar la renta.

Tony estuvo en silencio por un momento, consternado por tu personalidad. Lo sorprendiste de una buena manera. Él diría que eras valiente por trabajar durante una batalla, pero también estúpida.

—Sucede que no llevo dinero conmigo en este momento, ¿qué hay de esto? Después de todo este caos, vienes a la Torre Stark y te pago.

Lo contemplase con recelo pero al final aceptaste. Te importaba el dinero, pero también, aunque estés reacia a admitirlo, querías ver a Tony de nuevo. Él era apuesto, eso era obvio, pero también parecía agradable y él se sentía como algo.

Steve:

Cada mañana te despertabas súper temprano para trotar antes de irte a trabajar. Y gracias a eso hiciste un nuevo amigo: Sam Wilson. Hoy, fuiste a trotar como es usual. Y Sam estaba ahí también. Normalmente, incluso después de trotar durante un largo tiempo, él no jadeaba mucho. Pero hoy él estaba jadeando como loco.

—Hey, ¿qué sucede con tus pulmones? —Bromeaste, trotando junto a él. Habías llegado más temprano de lo usual.

—Esta... esta esté bastardo, el corre como Sonic the Hedgehog —describió, parando finalmente para un pequeño descanso.

«¿Un bastardo rápido? Huh, interesante», pensaste por un segundo y una brillante idea llego a tu mente. Tú y Sam llevaban la misma sudadera gris hoy, así que le pediste que usara su sudadera para cuando ese bastardo corriera junto a él la próxima vez mientras que tú te esconderías en algún lugar detrás de un árbol. Cuando lo viera acercándose a donde estabas escondida, comenzarías correr con tu sudadera puesta, más adelante que él.

El plan funciono y dejo a Steve, o al rápido bastardo, sin palabras. Sam y tú se estaban riendo tanto que no pudieron seguir con su pequeña broma y cuando los dos caminaron frente a él, él lo entendió inmediatamente.

—Ah, eso fue inteligente. Gusto en conocerte, mi nombre es Steve. Steve Rogers —te dijo mientras extendía su mano.

Estabas riendo con fuerza hasta que escuchaste el nombre. Una vez que lo escuchaste, la risa se disipo. ¿Steve Rogers? ¿Cómo el Capitán América, quien ha sido tu ídolo desde que tenías siete? ¿El de tus afiches, lonchera y camisetas? Si era este entonces sería mejor que sonaras cool.

—Lo sé —dijiste casi demasiado rápido, tomando su mano mientras que al mismo tiempo te dabas cuenta de que no habías dicho la respuesta correcta.

Él se rio ligeramente y tu rápidamente comenzaste a balbucear —digo, he escuchado tus historias heroicas, y se tu nombre, no es que las cosas que has dicho son historia... Solo, si, pensé que querrías saberlo —sabias que estabas hablando un sinsentido de palabras y te ruborizaste como un tomate.

—Está bien, ¿te gustaría decirme tu nombre? —Pregunto de manera cortes.

—T/N. T/N/C —dijiste estrechando su mano. Los dos se miraron y mantuvieron sus manos juntas durante un tiempo más largo del necesario.

—Uhm, voy tarde, aún tengo que trabajar. Dijiste y te apresuraste a irte. Seguramente saldrías a trotar a esta hora de ahora en adelante.