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Este capítulo lo tenía escrito desde hace un día, espero que les guste tanto como está gustándome escribir esta nueva historia. 

Capítulo dedicado a Q-QueenH u.u luego entenderás por qué. 

~*~

—¿Estás segura de esto? —Pregunto, observando mi ropa a través del espejo. La pelinegra con curvas y cabello corto observándome de vuelta no era igual a mí. El pantalón de cuero apretaba más de lo que parecía y sentía como el sudor empezaba a cubrir mi cuerpo.

Estaba empezando a odiar a Meghan.

—Más de lo que estaba la primera vez que me tatué —dice, su cabello rubio está perfectamente ondulado y sus gruesos labios estaban cubiertos por un labial rojo. Demasiado rojo para mi gusto—. ¡Es la primera vez que sales luego de haber sudado tu trasero en la universidad, Dylan! ¡Eres una mujer joven!

—Y cansada —Me río, deshaciéndome de la excesiva chaqueta de cuero. Era demasiado cuero sólo con el pantalón. Me sentía como un cerdo fajado—. Este pantalón hace ver mi trasero como atún enlatado, no es normal.

—Te ves bien —Se deja caer sobre mi cama, observando despreocupadamente la pantalla de su teléfono—. Es increíble que haya conseguido los pases.

—¿Puedo quedarme si no conozco al que conduce?

—¡Corredor! —Me corrige, lanzándome una almohada que logro esquivar con rapidez. Nuevamente, tenía a Meghan, la fangirl obsesionada con los corredores de autos—. Su nombre es Scott Harford. ¡Es el menor de los Harford, Dylan!

—No me interesa. Aún no logro entender por qué me invitaste.

—Eres mi mejor amiga—Tenía un buen punto—. Y la única que no sabe decir no.

—Lo sé —suspiro, quitando la blusa descotada que ella me había obligado a vestir—. Sabes que odio el polvo, Meghan. No es como si quisiera ir a un lugar atestado de contaminantes y personas gritándole a un auto conducido por un idiota.

—Tienes veintitrés años y sigues siendo virgen. ¿Crees que es normal?

—Si —Arqueo una de mis cejas, observando a la rubia—. No querer cargar con un bebé mientras entregaba mis diseños no era lo principal en mi cabeza, Meg.

—Existen los condones.

—Alérgica al látex —Recuerdo—. Ni hables sobre los anticonceptivos, sabes que odio los medicamentos.

—El sexo es divertido —responde a su vez, soltando un bufido—. Debes disfrutar por una vez en tu vida, Dylan.

Me remuevo en mi lugar, deshaciéndome del pantalón que, ciertamente, estaba empezando a sofocarme. Aún no lograba entender como mi padre había dejado pasar a la rubia con un traje de cuero a mi habitación.

Ese hombre tenía algo.

—Bien —Suelta, luego del largo silencio por mi parte—. Iré a terminar mis últimos trabajos y vendré por ti en la noche.

—Adiós.

Suelto una risa cuando la rubia me muestra el dedo del medio mientras abandona mi habitación. El huracán que formaba Meghan Martín cuando venía a casa, era más de lo que podía controlar.

Me levanto de la cama, lista para recoger el tiradero en el que se había convertido mi habitación y no dudo en buscar algo de ropa cómoda para cubrir mi desnudez.

Sabía que no podía echarme atrás ante las locas ideas de Meghan, no quería ir, pero, si quería conservar a la rubia como amiga, tendría que hacerlo. Aún cuando el polvo amenace con asfixiarme hasta la muerte.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora