36.

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El resto de la mañana había avanzado con normalidad, tanto como la muerte de mis abuelos y la persona que está tratando de hacerme perder la calma, la dejaba. Scott no había salido de casa, lo que me mantenía tranquila. Se había tomado el día y ahora estaba en la piscina, claramente tratando de eliminar toda la energía que había en su cuerpo.

—Pareces acosadora —Hazel suelta, haciéndome rodar los ojos—, ¿cómo estás?

Ahora ella capta mi atención y trato de encontrar una respuesta a su pregunta. ¿Cómo estaba? Me sentí bien, sin contar el extraño retorcimiento en mi estómago y la incomodidad que invadía mi cuerpo, sin embargo, no había un causante principal para mi malestar, por lo que simplemente respondo—: Bien.

Hazel está a punto de decir algo, sin embargo, la puerta principal se abre, descubriendo a un hombre con cabello rizado. Los rizos negros logran cubrir gran parte de su rostro, pero él se encarga de reacomodarlos y hacer que su rostro sea un poco más visible.

—¿Disculpa? —digo, frunciendo el ceño ante la presencia del desconocido. Él abre la boca y la vuelve a cerrar, pero cuando logra visualizar a Hazel, pienso que su mandíbula terminará en el suelo.

—Y-yo —dice y se aclara la garganta, su voz es gruesa y muy profunda—, soy Cameron —dice, sin quitar la atención de Hazel—, Cameron Harford, supongo que eres Dylan, ¿no?

—Supones mal —Hazel pone los ojos en blanco y de inmediato sé que habrían ligeros problemas—, yo soy Hazel, tía de Dylan y ella—, dice, señalándome—, es Dylan, mi sobrina —La atención del rizado ahora se detiene sobre mí, pero, casi de inmediato regresa a la morena a mi lado cuando esta se aclara la garganta—. Debo irme, tengo cosas que hacer, te llamaré más tarde, cariño.

Hazel se marcha, no sin antes tener a ¿Cameron? Babeando por ella. Él es capaz de reconectarse y regresar en sí cuando la puerta principal se cierra y no puedo evitar arquear una de mis cejas.

—¿Eres hermano de Scott?

—Se podría decir que sí —dice, su ceño se frunce y sus ojos caen a la carpeta que trae entre manos—, ¿dónde está ese mal nacido?

—Scott —digo, enfatizando su nombre. El sujeto delante de mí podría ser el mismísimo presidente, pero si empezaba insultando a las personas, principalmente a las personas que más me importaban, no saldría bien parado—, está en la piscina. Lo llamaré.

Sí él era igual que su padre, ciertamente era mejor tenerlo lejos.

Cuando él asiente, me giro sobre mis pies, ignorando el hecho de que su mirada se clava en mí cuando lo hago. Una vez que logro llegar a la piscina, me acerco al borde, observando como Scott llega al otro lado de donde estaba parada y, cuando saca la cabeza del agua, su ceño se frunce y algo de diversión cruza su mirada.

—¿Quieres entrar?

—Cameron está aquí —digo, ignorando su pregunta—, te está esperando.

El ceño de Scott se frunce, pero la sorpresa parece eliminarse de su rostro cuando su atención se detiene detrás de mí.

—Tu novia da miedo —La voz ronca y profunda de Cameron me toma por sorpresa y sin darme cuenta, termino resbalando y cayendo dentro de la piscina. Toco el suelo y, casi de inmediato, me impulso hacia la superficie. Scott y Cameron están riendo, y no puedo evitar rodar los ojos—, olvídalo, creo que no da tanto miedo.

—Idiotas —digo, lista para salir, pero un rápido Scott llega junto a mí y me sujeta por la cintura, sus labios se presionan contra los míos y una de sus manos aprieta uno de mis glúteos.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora