Otra larga semana había pasado y no había pista de Cole y Meghan desde la última vez que Scott y yo hicimos el intento de unirlos. Ambos eran tercos y podían sacar de paciencia al otro. Las noticias por parte de Cameron no habían llegado, algo que, hasta cierto momento, me mantenía tranquila, al igual que Scott. Luego de tres largas semanas encerrada en casa del moreno, por fin podía sentirme libre.
Sin embargo, el amargo ambiente no ayudaba con mi estado de ánimo. La larga investigación detrás de la muerte de los abuelos, había abierto cierto caso de venta de drogas, algo que mantuvo los cuerpos de ellos en la morgue para algunas investigaciones. Luego de que dieran todo por cerrado y culparan a la empresa que le alquiló el auto a los abuelos como el causante principal de todo, los cuerpos fueron entregados a mamá, quien había viajado a Washington junto a papá y Hazel.
Ellos esperaban que fuera con ellos, pero sabían a la perfección que nunca encajé en ese lado de la familia. Al parecer, ser adoptada era algo malo para ellos. La primera vez que pisé la casa de los abuelos en Washington, todos habían girado a verme, al parecer, tener el cabello azul era símbolo de rebeldía y, desde ese entonces, siempre giraron a verme con odio.
A partir de ese día, mamá empezó a alejarse de ellos y así nunca más fuimos a navidades, mucho menos cumpleaños. Desde ese día, éramos tres contra el mundo y, de vez en cuando, Hazel se nos unía.
—¿A dónde irá, señorita Abbot? —Rick pregunta, de pie junto al auto de Scott, el mismo auto que él había cambiado después de haber encontrado la fotografía de la mujer a la cual tendría que haber reconocido como madre, sin embargo, luego de lo que sabía, no sabía qué pensar, por lo que, decidí seguir con mi vida. Yo sólo tengo una madre, y ella es y será Helen Walker.
No puedo evitar sonreír hacía Rick, quien me observa con algo de diversión.
—Debemos buscar un pastel —digo, no pudiendo ocultar la emoción que sentí—, es el cumpleaños de Scott y él no quiere que lo sepa, creo que olvidó que se puede encontrar información de él en internet.
Rick asiente, sin mostrar ninguna emoción en su rostro, lo que me hace poner los ojos en blanco. Él abre la puerta trasera del auto y no dudo en subir al interior, esperando a que él rodee el mismo y ocupe el lugar del piloto.
Mi teléfono suena y no dudo en responder cuando el nombre de Scott se refleja en la pantalla.
—¿A dónde irás? —dice, con tono serio—, prométeme que tendrás cuidado.
—Lo prometo —digo, sin querer iniciar otra pelea, otra de las cuantas terminaba con Scott sobre mí, en una cama y él disculpándose de la única manera en la que le parecía correcto—, necesito nuevos lienzos y una libreta, algunos marcadores y lápices.
—Sabes que puedes enviar a Cole por eso, ¿no? —dice, suena algo apresurado, pero se toma su tiempo para darme el sermón que, al parecer, se había aprendido—, no es necesario que salgas.
—Iré con Rick —digo, sonando tranquila. Después de todo lo que había ocurrido, hoy me había permitido olvidar todo lo malo. Quería volver a ser yo y salir como lo hacía siempre: Sin tener que mirar detrás de mi hombro cada cinco minutos—. No tardaré demasiado.
Un suspiro se escucha del otro lado de la línea y con ello sé que él no está de acuerdo con mi idea, sin embargo, no me iba a detener. Iría a por ese pastel cueste lo que cueste. No quería dejar que mi vida dependiera del desconocido siguiéndome, no cuando no había dado señales de querer lastimarme.
Sin saber qué más decir, tomo una respiración y digo—: Te amo, Scott.
—Te amo, Dylan —Él responde, luego de unos segundos—, te llamaré cada que pueda —agrega, con un tono algo brusco—, hoy están siendo un grano en mi trasero y no puedo permitírselos.
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BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Romansa"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...