29.

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—Scott, en serio necesito salir —digo, tratando de quitar su agarre de mi cuerpo. Desde que puso el pie dentro de la habitación, no me había soltado, luego de una larga hora hablando sobre ningún tema en particular, el momento de mi reunión con Ian Masen se acercaba y el moreno estaba reacio a dejarme ir—, por favor, Harford.

—Sabes que no necesitas hacer esto, Dylan —murmura, con algo de irritación en su voz—, estás trabajando en los arreglos de nuestra casa.

Suelto un suspiro.

Nuestra.

No había dejado de hablar en de nosotros desde que la loca idea de que vaya a vivir con él llegó a mis oídos. Aún no le había dado una respuesta, porque no sabía qué responder, sin embargo, él parecía estar listo para hacerme sentir incomoda. Quería decirle que sí, que quería mudarme con él, pero la sensación de sentirme insegura me invadía cuando ese pensamiento cruzaba por mi cabeza.

No sabía qué esperarme de Scott si las cosas no funcionan cómo él quiere. Ya habían ocurrido varias veces. Él dejándome, yo dejándolo.

Ambos dándonos por vencidos.

—Lo sé, pero ya lo acepté —digo, regresando en sí cuando siento la pesada mirada del moreno sobre mí—, ya estoy aquí y no pienso irme sin dejar todo esto arreglado.

>>Antes que nada debo ser profesional, Scott.

—Bien —Él me libera de su agarre, para luego colocarse de pie. Aún luce cansado, pero se las arregla para regresar a su estado natural con sólo retirar unos mechos de cabello de su rostro—. Te llevaré.

Estoy a punto de abrir la boca y negarme, sin embargo, sabía que él no me dejaría salir de la habitación si no era con él.

Para males de muchas personas, empezaba a conocer pequeñas cosas que hacían de Scott una persona algo irritante, pero, a pesar de eso, en cierto modo, me gustaba que se preocupara por mí.

—Espérame un minuto.

Abro la boca para quejarme, pero la cierro de inmediato. No quería que fuera como un perro marcando su territorio a mi alrededor, sin embargo, tampoco quería tirar a la basura la hora que estuve con sus brazos alrededor de mi cuerpo, tiempo en el cual me prometí a mí misma a darme una oportunidad de amar al caótico chico que había entrado en mi vida rompiendo paredes y azotando puertas.

Ya estaba adentro y, ciertamente, lo último que quería hacer era echarlo.

Scott se pierde detrás de la puerta del baño y me dejo caer sobre la cama, sentándome con rapidez cuando recuerdo la reunión que aún tenía pendiente con Ian.

Suelto un suspiro.

Sería un largo día.

Media hora después estoy caminando junto a Scott hacia la salida del hotel. Mis cejas se levantan con algo de sorpresa cuando noto la cabellera castaña de Cole en la salida. Está de pie junto a un auto negro y, cuando gira sobre sus pies, una sonrisa divertida nos recibe.

—Dylan —Me saluda con un guiño, ganándose una mala mirada por parte del moreno—. Calma fiera, ten las llaves del auto —suena divertido, sin embargo, la diversión se ve reemplaza con rapidez cuando agrega—: Iré a arreglar unos asuntos, cuando termines podemos ir a casa de Dash.

>>Según sé su novia se metió en problemas y necesita ayuda.

—Te llamaré. —Scott asegura y ambos observamos como Cole se marcha, subiéndose a otro auto, dentro de este, un tipo con cabello blanco lo espera. Está serio, pero cuando me observa, hay una pisca de diversión en sus ojos azules.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora