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N/a: Desde ahora empieza la cuenta regresiva para el final de esta historia. Ay, ¡siento que lloraré! Sólo quedan 4 o 5 capítulos para ver que ocurre con Dylan y Scott :(

También quería indicarles que el grupo de whatsapp sigue abierto, no duden en dejar sus número por medio de comentarios o pueden enviarlos por mensajes privados. ¡Otra de mis historias los espera en mi perfil! 

Anabelle Collins no sabe qué hacer con su vida, así que empezará a escribir un cuaderno. ¿quieres saber qué pasará con ella? ¡No dude en pasarte por El Cuaderno Secreto!

Pd: Ya sé que en la imagen sale Halsey, pero me imagino a Demi, déjenme ser feliz TnT

Espero disfruten su lectura. 

~*~


Siento ganas de gritar, de levantar y correr, sin embargo, en cuanto más lo pienso, todo a mí alrededor se oscurece y la pesadez en cada una de mis extremidades es más de lo que puedo controlar. Escucho voces, pero todo a mi alredor es oscuridad pura.

—Eres un imbécil —Una de las voces suelta. Quiero abrir mis ojos, necesito abrir mis ojos—, gracias a los imbéciles que contrataste casi nos atrapan. Espero que soluciones esto, David. No necesito que un incidente similar al de la fábrica vuelva a ocurrir.

Luego, sin más, la voz guarda silencio.

Siento un extraño pitido en mis oídos y la pesadez de mis extremidades se elimina poco a poco. Ésta vez, cuando intento parpadear, una fuerte luz me pega de seco en el rostro.

—Vigílala —dice—, y esta vez que nadie te dispare.

Una puerta se cierra y, sin más, el silencio vuelve a adueñarse de la habitación. Aún con los ojos cerrados, intento mover mis manos, lo cual hago con un poco de dificultad.

Un quejido brota de mis labios y soy incapaz de reconocer mi propia voz. Tengo la garganta seca y el dolor en mi hombro y mi pierna sólo parecen aumentar.

—Ya despertaste —Es una afirmación más que una pregunta. Como puedo, llevo mi mano sobre mis ojos, tratando de cubrir la luz que me da de lleno. La persona en la habitación parece notar mi molestar y, sólo se necesitan segundos, para que la luz se bloqueada de golpe—, ¿cómo te sientes?

—Mal —musito, tragando duro. Cuando mi vista se acostumbra a la luz filtrándose frente a mí, enfoco con mucha más claridad al dueño de la voz. Él. El mismo sujeto que había cortado mis ataduras... —. ¿Dónde estamos?

—En el Lago Calzada Pontchartrain —dice, con pesar—, no estamos en la ciudad, Dylan. Llevas tres semanas inconsciente...

—¿Qué? —digo, sé que no hay más que confusión en mi rostro y todo eso se debe a la especie de sueño en la cual terminé metida. ¿Quién diablos era esa niña? Y por qué me vi en una cama de hospital—. Yy-o no recuerdo nada...

—Te dispararon —murmura, observando la puerta en repetidas ocasiones—, y tuve que hacer lo mejor para ambos: Tuve que dispararme en la mano —dice, levantando una mano completamente vendada, dónde, al parecer, faltaba uno de sus dedos.

—Estás demente —digo, con algo de horror—, pudiste haberte ido...

—No —murmura, su ceño se frunce y una oscuridad que no había notado en él, brota de repente—, tengo que sacarte aquí. Sana y salva, Dylan, así sea lo último que haga.

—No tienes que hacer nada por mí...

—No lo hago por ti —dice, con una sonrisa amarga—, ojala el agente que estuvo en el caso de mi hermana no se hubiera rendido nunca.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora