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Estar junto a Gerald y su hermano mayor, era un tanto incómodo. Cameron intentaba hablar acerca de algo, sin embargo, en lo único que podía concentrarme era en las imágenes frente a mí. Un hombre de espalda, con una gabardina y un sombrero que lo cubría perfectamente de la cámara y, en otra, un hombre vistiendo la misma gabardina y un sobrero. Eran la misma persona, sin embargo, en ninguna de las dos no puedo ver perfectamente su rostro.—No creo que lo haya visto antes —murmuro, ignorando las palabras de Cameron, quien me observa con una ceja arqueada.
—Scott me dijo que en Nueva York tuviste un ligero contratiempo en un ascensor —Mi ceño se frunce ante sus palabras, sin embargo, asiento, recordando lo que había ocurrido—. Aún estoy esperando que me envíen las copias de seguridad del hotel, si tenemos suerte, seremos capaces de ver el rostro del hombre y hacer un reconocimiento facial.
Aún seguía un poco sorprendida al saber que él era parte del FBI, y, a pesar de ser un Harford, no era conocido como tal. Aun cuando ambos tenían ciertos parecidos, eran tan distintos y la sorpresa de saber que Cameron no compartía madre con Scott, me sorprendió muchísimo.
—Aquel día el hombre iba con un saco —murmura, dejando de lado la vida familiar de ambos—, se veía un poco desgastado, pero sí llevaba un sombrero.
>>Fue un poco extraño, pero aquella vez lo ignoré. ¿Será la misma persona de las fotos?
—Tal vez lo sean, pero necesito un rostro, sin eso no podré hacer nada.
Asiento, entendiéndolo completamente. Scott en silencio toma las imágenes sobre la mesa y se las entrega de vuelta a su hermano. Él lucía enojado, sin embargo, no había dicho nada desde que destrozó varias tumbonas de la piscina anoche. Él había dormido, aferrado a mí, mientras yo no podía dejar de pensar en la mujer que me había entregado en un orfanato.
Cameron se despide de mí con un simple apretón de manos y Scott lo acompaña a la entrada principal. El silencio que reina en el interior de la casa era demasiado. Los guardaespaldas cumplían su trabajo al pie de la letra. Estaban ahí, pero era como si no lo estuvieran.
Cuando regresa, suelta un suspiro antes de dejarse caer a mí lado en el sillón. Su cabeza termina sobre mis piernas y no puedo evitar tocar su cabello. Su mirada está sobre la mía y sus labios se mueven para decir—: ¿Estás bien?
—Lo estoy —digo, sonriendo un poco—, sólo quiero que esto termine y saber quién diablos está detrás de mí.
—Le pedí a Rachel que tomara el proyecto del tal Ian Masen —dice, como si nada—, quiero que te quedes aquí hasta que todo esto termine.
—¿Qué? —Scott suelta un suspiro y toma una de mis manos, únicamente para llevarla a sus labios y dejar un beso en mi palma—. Puedes patalear y gritar todo lo que quieras —dice, con tranquilidad—, pero no dejaré que salgas y estés bajo el ojo del hijo de puta que intenta acercarte a ti. No sabemos cuan peligroso puede llegar a ser.
>>Quiero cuidarte, necesito hacerlo, Dylan.
—Está bien —musito, asintiendo cuando trato de entender su punto—, pero puedo trabajar en el proyecto de Masen.
Scott niega, soltando una risa—: Solicitó una cita contigo, de nuevo, pero Rachel no pudo darle una respuesta por todo lo que está pasando y yo no lo quiero aquí.
—Scott...
—No confío en él —murmura—, las únicas personas que pueden pasar por esa puerta serán personas en las que tú y yo confiemos ciegamente, y hasta ahora esas personas son sólo siete, sin contar a los guardaespaldas.

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BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Romansa"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...