44.

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Media hora después, escuchando gritos a diestra y siniestra, siento que no seré capaz de estar sentada frente a ellos unos segundos más, por lo que, sorprendiéndolos a ellos y, al mismo tiempo, a mí, un grito exasperado brota de mi garganta.

—¡Basta! —digo, haciendo que ambos cierren la boca, al menos por un segundo—, si antes me dijeran que hay una pareja mucho más terca que Scott y yo no lo creería, pero ustedes nos sobrepasan con facilidad.

—Me iré a Londres —Hazel, dejando que sus brazos caigan a los lados de su cuerpo, completamente rendida. Sus ojos se enfocan en Cameron, quien simplemente frunce el ceño—, no hay nada que discutir.

—Esto se convirtió en algo para discutir desde el momento en que me enteré de que el bebé que llevas en el vientre es mío. Nuestro. —El moreno indica, tratando de acercarse a mi tía, sin embargo, ésta da un paso hacia atrás, manteniendo tanto espacio entre ellos como pueda.

—¡Bien! —grita, tomándome por sorpresa, su ceño se frunce y, antes de que Cameron sea capaz de decir algo, Hazel agrega—: ¡No habrá niño que te mantenga amarrado a mí! Abortaré.

Y, tan rápido como esa palabra abandona sus labios, la culpa y el arrepentimiento cruza su rostro. Sus ojos caen sobre mí, sin embargo, la sorpresa es tanta que lo único que puedo hacer es retroceder y negar ante la morena cuando ésta intenta acercarse a mí.

>>Dylan...

—No —digo, con severidad y en un tono tan frío que no me reconozco—, dije que te apoyaría con todo, Hazel, pero esto... No cuentes conmigo.

Sin más, decido dejarlos, sintiendo un nudo en mi garganta ante la manera de pensar de Hazel. Cuando llego a la escalera, me encuentro con Scott, quien sonríe en mi dirección, sin embargo, su sonrisa se ve reemplaza con preocupación cuando nota mi estado.

—¿Qué está mal, nena?

Pasó de él, negando con la cabeza y haciendo mi camino hacia la habitación que comparto con él. Escuchó que me llama por mi nombre, pero no giro, no quería hacerlo. No quería que él note todo lo que había ocurrido antes.

Todo lo que pasó con Sarah.

No podía aguantar tanto.

Cuando me encuentro dentro de la habitación, me apoyo contra la puerta, dejando que mi cuerpo se deslice hacía el suelo y, como en silencio, dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas. Los golpes en la puerta no tardan en hacerse llegar y sé que se trata de Hazel.

Lo noto por la manera suave en la que lo hace. Si se tratara de Scott, él no golpearía, él sólo entraría y, en voz baja agradezco que no haga eso y me dé el espacio que necesito.

El recuerdo de Sarah está en mi mente, tatuado a fuego, haciendo que la culpa nunca desaparezca por completo. Había sido su decisión, pero, yo la había apoyado.

Tenía parte de la culpa por no haberle dicho a mamá, por no hablarlo con papa o Hazel...

Yo tenía la culpa...

—Dylan —Hazel murmura, con voz ronca, sé que está conteniendo las lágrimas, algo que, a este punto, yo no podía hacer—. No quise decir eso... Delanie, cariño...

—¡Lárgate! —espeto con dureza, no reconociéndome a mí misma. Soy capaz de escuchar un suspiro al otro lado de la puerta y, cuando no soy capaz de sentir su presencia detrás de mí, dejo que el llanto y los sollozos se apoderen a mí y lloro.

Lloro como no había llorado durante los últimos cinco años.

Lloro por todo el tiempo en el que había olvidado lo ocurrido.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora