~*~
La idea de pasar el cumpleaños de Scott distanciados, no era algo que podía imaginar, sin embargo, luego de la pequeña sorpresa que yo había arreglado en la cabaña, todo había salido bien. Habíamos regresado a la casa para compartir con el resto de los chicos, los regalos no habían tardado en llegar y, entre ellos, una caja de condones, que el propio Lucas Abbot le regaló, además de un juego de cubiertas para los asientos de su auto, algo que Scott amó mucho más que la caja de condones.
La noche había pasado tranquila, sin el recuerdo del extraño comportamiento de Scott cuando descubrió la sorpresa, sin embargo, aun sabiendo que su cumpleaños era algo frágil, él no se había cerrado en el recuerdo amargo de la muerte de su hermana.
—¿En qué piensas?
—Nunca pensé que mi papá te regalaría una caja de condones —digo, sonriendo cuando él pone los ojos en blanco—, aunque creo que seguirán dentro de la caja.
—¿No sabe de tu alergia al látex?
—No —digo, haciéndole un lugar en la cama al moreno, éste se recuesta junto a mí y no duda en envolver uno de sus brazos a mi alrededor, mi cabeza descansa en su pecho y siento como un suspiro se escapa fuera de él—. ¿Cómo podría decirle algo así a mi papá? ¡Hey, papá, ¿adivina qué?, Soy alérgica al látex!
>>Conociéndolo terminaba encerrándome en mi habitación de por vida.
—Sí —dice, soltando un risa—, creo que seas virgen fue lo mejor para mí.
Me remuevo, para poder observar su rostro y no puedo evitar sentirme feliz cuando veo una sonrisa decorar sus labios y, simplemente, puedo decir—: ¿Por qué lo dices?
—Porque ahora eres completamente mía —murmura, acariciando con suavidad mi mejilla—, no dejaré que te marches de mi lado nunca, aunque así tenga que amarrarte a mí.
—Estás loco —murmura, reacomodándome nuevamente y, esta vez, dejando que el sueño se apodere de mi cuerpo, no sin antes escuchar un: Hablo muy en serio, de parte de Scott.
—Sigo pensando que esto es una muy mala idea —Scott murmura, por lo que parece ser la quinta vez desde que salimos de casa, su ceño se mantuvo todo el camino hacía mi trabajo fruncido, completamente convencido de que salir de casa no era seguro, sin embargo, yo no podría aguantar un día más encerrada. Tal vez no me aburría del todo, pero tampoco estaba acostumbrada a estar en casa todo el día.
Necesitaba salir, al menos unas cuentas horas.
—Estaré bien —musito, obligándolo a que pose su mirada sobre mí—. Rick y Jack estarán aquí y si siento que algo no está bien, te llamaré, ¿sí?
El moreno suelta un suspiro y asiente a fuerzas, sus labios se cierran sobre los míos y antes de que pueda profundizar el beso para hacerle saber que estaré bien, él se separa, agregando que tenía trabajo que hacer. Rick y Jack se detienen unos cuantos pasos detrás de mí y los tres observamos como Scott se marcha en su auto.
El sonido de los neumáticos sonando contra el pavimento me hace negar con la cabeza. Scott pensaba que podía conducir igual que lo hacía en una competencia. Estaba tan preocupada como él lo estaba de mí. Sólo que un accidente en el auto era más probable, que alguien me haga daño a mí.
—Vamos chicos —digo, dirigiéndome a los guardaespaldas que Scott había escogido. Ya tenía cierta confianza con Rick, sin embargo Jack era mucho más reservado, algo que me dificultaba las cosas al querer comunicarme con él.

ESTÁS LEYENDO
BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Storie d'amore"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...