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Mi teléfono suena, nuevamente, rompiendo la armonía que había logrado crear en menos de una hora. Al parecer Scott no se daría por vencido, cosa que me molestaba. Había llegado a casa hace menos de dos horas y él ya se encontraba llenando mi teléfono con mensajes y llamadas de su parte.
Algo que empezaba a sacarme de mis casillas.
—¿No piensas responder? —Hazel, quien parecía a punto de comerse todo el refrigerador, dice, observando por sobre el mismo—. El pobre chico ha llamado más veces de las que recuerdo haber bajado por comida, creo que merece al menos un mensaje de respuesta.
—No me interesa —murmuro, sin siquiera quitar la atención del papel frente a mí. Había hecho un boceto simple, pero algo que dejaría las paredes de la casa de Scott realmente bien. Era un chico y, ciertamente, no parecía ser alguien extravagante—. Tengo cosas más interesantes que hacer.
—¿Para qué llama? —La morena deja su comida de lado, rodeando la isla de desayuno para llegar a mí, sus ojos caen sobre el papel, pero mi teléfono capta la mayor parte de su atención. Estoy a punto de responder, sin embargo la pantalla del aparato se enciende y la morena, en un abrir y cerrar de ojos, logra tomarlo, contestando sin siquiera pensarlo.
—¡Hazel!
—¿Scott? —dice, se está riendo, sin embargo ni una sola pizca de gracia aborda mi cuerpo—. ¿Dylan? Ella está un poco ocupada, puedo darle tu mensaje.
Hazel corre antes de que sea capaz de alcanzarla y con rapidez se encierra en el baño del piso principal. Mi puño se estrella contra la puerta del mismo, y las risas de la morena se escuchan claras y fuertes.
—¡Juro que te mataré, Hazel!
Siento que mi puño va a explotar, sin embargo no me detengo al momento de golpear la puerta con fuerza. Estaba cansada, quería dormir, sin embargo aún seguía despierta porque quería finalizar con el boceto de la casa de Scott.
Cometí un error al trabajar en la cocina.
La puerta se abre, dejándome a la vista a Hazel, quien, con una amplia sonrisa me devuelve el teléfono.
—Vendrá en una hora —dice—, debes arreglarte.
—No estoy de humor para aguantar a Scott Harford, mucho menos a ti, Hazel, te amo, pero eres como un grano en el culo.
La fulmino con la mirada, para luego girar sobre mis pies y dirigirme hacia la cocina. Recogería todas mis cosas y me encerraría en mi habitación hasta que amaneciera. Tomo mi portafolio junto al boceto que le faltaba mucho por terminar y no dudo en hacer mi camino hacia mi habitación.
Hazel viene detrás de mí, pero la ignoro. Ella había estado de fiesta desde que puso un pie en casa. Su divorcio parecía ser un serio problema en ella. Nunca la había visto así, aún cuando sus peleas con Jeff duraban más de tres meses.
—¡Vamos, Dylan! —dice, caminando con rapidez para detener mi paso. Sus ojos café están sobre mí, observándome con suplica—. Se nota que ese chico está loco por ti, ¿por qué no darle una oportunidad?
—Seguir algún consejo que salga de tu boca o de la boca de Meghan terminan mal. Siempre —Enfatizo, observándola con ojos entrecerrados—. ¿Quieres que te recuerde cuantos de tus matrimonios fracasaron por precipitarse a tomar una decisión?
—¡Eso es bajo! —Ella se queja, pero sabe que tengo razón. Hazel era una buena tía, uno de los miembros más amorosos de nuestra familia, sin embargo, en el ámbito amoroso, ella no lograba mantenerse de pie más de un año—. ¡No te estoy diciendo que te cases con él, Dylan! ¡solo quiero que disfrutes de tu vida!
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BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Romance"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...