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Aguantar una cena con mis padres, mi mejor amiga y la única tía que tenía por parte de mi madre, tenía que haber sido la cosa más vergonzosa por la cual haya pasado.
Presenciar las bromas que Hazel hacía sobre mí con mi llegada a casa, era algo que, simplemente, no podía soportar. Ser una hija adoptiva no era fácil, mucho menos cuando no había alguien de mi edad con quien sentirme apegada. Mis padres no podían tener hijos y la única solución a aquel problema fue llevarme con ellos.
Lo agradecía, pero había momentos como la cena, donde me hacían sentir avergonzada de mis raíces. Aun cuando no sabía nada sobre ellas. Lo único que sabía, era lo que las encargadas del orfanato habían metido en mi cabeza.
Mis padres me habían abandonado.
—¿Puedes quitar esa cara? —Hazel se burla, haciéndome rodar los ojos. La castaña tenía treinta años, pero parecía aun más inmadura que Meghan y yo juntas—. Van a divertirse, Dylan, luego de cinco años sudando el trasero en la universidad.
>>Te lo mereces.
—Se lo vengo diciendo desde que se graduó —Meghan interviene, desviando su atención del teléfono por un solo segundo—, ¿pero alguna vez me escucha? No.
—Ir a una carrera no está en mi lista —Le recuerdo, señalando el atuendo que estaba usando—. ¿Debo recordarles el ataque que casi tiene mi padre por esto? Eso, sin contar la loca idea que tienes en la cabeza, Meg.
—Tener sexo con un desconocido no es tan malo como lo hacen creer —Pone los ojos en blanco, para esta vez despegarse de todo del aparato y observarme a través de sus ojos verdes—. El lado bueno es que no tendrás mañanas vergonzosas sobre como echarlo, para entonces, ya te habrás ido.
—Sabes que no puedo hacer eso —La sola idea de hacer algo parecido me estremece. Mis padres no me habían criado para eso. Aun después de no haber tenido una sola relación amorosa estable, estaba segura de que, tal vez, en un futuro, podía encontrar a la persona que rompería todos mis estándares. Tal vez un abogado—. Fui educada para casarme con un chico que valiera la pena, ¿no? —Observo a Hazel, quien solo pone los ojos en blanco. Ella, luego de un segundo matrimonio fallido, había decidido darse un tiempo para ella—. Los abuelos hicieron lo mismo contigo, Haz.
—Lo hicieron —Concuerda—, pero también sé que puedo divertirme. Disfrutar de la vida no es malo, el no hacerlo y arrepentirme lo es.
—Deja de usar tu mierda de psicóloga conmigo, tía —Me quejo, sabiendo perfectamente lo que quería hacer—. No pienso tener sexo con nadie en esa carrera. Ciertamente, Meghan nunca acepté que quería venir. Meghan aceptó por mí.
—Es cierto —La rubia me señala—. Quiso usar los mismos viejos jeans que usaba en la universidad. ¡Es algo horrendo!
Era cierto. Aquellos desgastados jeans eran cómodos y no se incrustaban en mi piel. Tal vez porque no era la misma talla que había estado usando los últimos meses. Ahora, luego de haberme graduado, me quedaban demasiado grandes.
—No puedo creer que Helen no queme tu ropa de la universidad —Hazel lleva su mano izquierda al pecho, fingiendo horror mientras que con la otra, manejaba el volante. Tenía miedo de mi auto bajo las manos de la castaña—. Dylan, sabes que te amo, pero te mataré si sigues usando esos trapos. ¡Ya no es tu talla!
—Gracias a Dios —murmuro, observando la gran cantidad de autos que habían alrededor de la entrada. Nola Motorsports1 era la gran atracción en Avondale cuando a carreras de autos se refiere—. Me preocuparé de ahora en adelante —miento, aun conservaría mi ropa. La amaba—. Creo que es aquí, ¿no, Meg?
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BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Storie d'amore"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...