—¿Estás segura de esto? —Scott pregunta, nuevamente, dándole una mirada a las hermanas McMahon. Él sabía mi incomodidad que sentía con los reporteros siguiéndonos, sin embargo, era algo con lo que tenía que aprender a lidiar. Me iba a casar con un corredor de fórmula 1 y, de un día para otro mi nombre había ingresado a la lista de una de las mujeres más ricas del mundo sin haber movido un solo dedo.
—Estoy bien —murmuro, observándolo con una sonrisa en mi rostro. Con el tiempo me acostumbraría a toda la atención que conllevaba estar con Scott y ser parte de la familia McMahon, aun cuando había optado por mantenerme como una Abbot.
Cuando Scarlett nos indica que podemos continuar, lo hacemos sin dudar. Ella y Amanda caminan con seguridad y eso me hace sonreír. Ellas eran unas princesas, había nacido para ello, y yo no pertenecía a ese mundo, aun cuando intentaba acoplarme a ellas. Suelto un suspiro. Sería un tiempo algo difícil para mí.
Scott sujeta mi mano, haciéndome saber que está a mi lado y eso me hacía inmensamente feliz. Luego de que todo había terminado, mamá y papá me había obligado a tomar algunas citas con un psicólogo. Luego de lo que había ocurrido con Esther, ellos estaban preocupados por cómo me sentía.
Algo que me hacía sentir divertida.
Y no quería que tomaran eso a mal, todo lo contrario, había sido difícil los primeros días, las recurrentes pesadillas con Esther dentro de ellas me habían hecho sentir miserable, sin embargo, si volviera a estar en la misma situación, no dudaría en hacer lo mismo.
No era mi tiempo de dejar este mundo y, si yo no tomaba esa decisión, nadie lo haría por mí.
—¿Quieren ir por goma de mascar? —Amanda, quién no sé en qué momento llegó a nuestro lado, nos detiene de golpe. Sus ojos me observa con un brillo en ellos y sé que no puedo negarme—. No puedo subirme a un avión sin goma de mascar.
—¿En serio?
—Sí —dice, tomando mi mano y alejándome de Scott, sin embargo, este no la deja seguir con su tarea y vuelve a tomar mi mano, observando a mi copia con el ceño fruncido—. ¿Qué?
—No dejaré que vayan solas.
Amanda pone los ojos en blanco y observa todo el lugar, no puedo evitar hacer lo mismo y es cuando lo noto. Hay muchas personas llegando al aeropuerto y otras más listas para abordar sus aviones, sin embargo, hay otros cuantos que lucen como personas normales, pero no quitan los ojos de nosotros, en cuando me doy cuenta de una persona en particular.
Su cabello castaño y bien peinado llama mi atención y mi ceño se frunce cuando sus ojos se dirigen hacia mí. David me observa con diversión.
—¿Qué hace David aquí?
—¿David? —Amanda pregunta, siguiendo el mismo camino que yo con los ojos. Una sonrisa se dibuja en sus labios cuando observa al castaño y no puedo evitar reír un poco. ¿Le gustaba? —. Ese chico ayudó a papá a encontrar tu paradero.
>>Dijo que te conoció antes de entrar a la CIA o algo así —dice, regresando su atención a mí—, olvídalo, le pediré a él que me acompañe.
Estoy a punto de detenerla, sin embargo, Scott me sujeta con fuerza, impidiendo que lo haga. Lo observo con el ceño fruncido y lo único que él dice es—: Se puede quedar con la copia, la original es mía.
No puedo evitar reír y, a pesar de que quiero aclararle de que Amanda no es una copia mía, él me besa. Sin importarnos las personas rodeándonos, caminamos detrás de Scarlett, quien al parecer saber perfectamente lo que tiene que hacer.
Era momento de darle frente a la vida de Dylan Abbot - McMahon en Inglaterra y, después del trato casi cerrado que tenía con Robert, no podía dar marcha atrás, el iniciar este proyecto sería asombroso tanto para mí, como para las personas que estaban a punto de terminar la escuela de diseño.

ESTÁS LEYENDO
BAD GUYS II: DRIFTING. ©
Romance"No amas a alguien por su apariencia, o la ropa, o por su carro costoso, sino porque canta una canción que sólo tú escuchas" -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproduc...