47.

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No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde Scott y Dash llegaron, mucho menos sé cuánto tiempo se toma Anne para regresar con la medicina, sin embargo, cuando lo hace, la noto completamente agitada. Como si hubiera corrido todo un maratón.

—¿Qué ocurre?

—Welter y Margaret estarán de regreso en veinte minutos. Debemos irnos ahora.

—Bien —dice Dash, quitando el seguro de su arma mientras se acerca a la ventana por la cual habían entrado—, me encargaré de limpiar el alrededor junto a Ethan y Mike —Se detiene, justo con una pierna fuera de la habitación y observa a David—, ¿Cuántos hombres hay dentro?

—Tres —El castaño responde—, puedo encargarme de ellos.

—No es necesario —Anne murmura, su rostro denota culpa y su ceño se frunce cuando agrega—: Antes de que ustedes llegaran David y yo planeábamos marcharnos junto a Dylan... coloqué sedante en sus bebidas hace un buen rato, estarán noqueados hasta dentro de un par de horas.

—Genial —Scott dice, no se detiene a ver a su amigo y me ayuda a colocarme de pie cuando niego ante sus señas de querer cargarme nuevamente—, ¿puedes caminar?

—No recomiendo que lo haga —David murmura, una vez que Dash desaparece por la ventada. ¿Cómo diablos podría saltar desde un segundo piso así como si nada? —, hace un mes le dispararon... pero aún cojea.

—Estoy bien —aseguro, fulminando con la mirada al castaño. Su ceño se frunce y, es cuando noto el rostro joven del chico que años atrás me llamó tonta. Era él, estaba completamente segura—, ¿puedes detenerte, Scott? —digo, regañándolo, el moreno me observa con ojos oscurecidos y noto algo de irritación irradiando su cuerpo.

—No me dirás como mierda debo cuidar de ti, Dylan. No necesito esa mierda ahora, lo único que necesito es sacarte de aquí y acabar con todo esto.

No sé qué decir, sin embargo, niego nuevamente cuando intenta cargarme.

—Si lo haces seré un estorbo —digo, porque tanto él como yo sabíamos que era cierto. Si algo salía mal, él necesitaba estar con las manos libres para poder hacer lo que pueda.

—Yo la ayudaré —Anne asegura, acercándose a mí, colocándose el bolso de la medicina sobre el hombro, mientras rodea mi cintura con uno de sus brazos. Scott no parece seguro, pero cuando observa a Anne, nota que no me dejará sola.

—Bien —dice, con lentitud.

—Será mejor que se den sus besos de reencuentro después que termine esto —David dice, interrumpiendo la pequeña disputa—, yo iré delante, asegúrate de cubrirlas por detrás, Harford.

Scott asiente y con eso que es hora de acabar con todo esto.

Anne está junto a mí, sujetándome con fuerza ante cada traspié que doy cuando siento mi pierna doler. Aun cuando pasó un mes desde el incidente, el disparo en mi pierna se sentía como si hubiera sigo hecho sólo unos días antes.

Todo gracias a los maltratos de Margaret.

David se detiene cuando llegamos unos cuantos pasos lejos de la habitación en la que nos encontrábamos. Nos indica guardar silencio simplemente con un movimiento y, antes de que alguien sea capaz de reaccionar, él saca un cuchillo del interior de sus pantalones y lo clava en el pecho del hombre que cruza frente a él. No hace ruido y trago duro cuando el cuerpo cae justo frente a nosotras.

Mi cuerpo tiembla y siento ganas de gritar, sin embargo, una mano cubre mis labios, impidiendo que sea capaz de hacer ruido alguno.

—Tranquila —Scott musita detrás de mí—. Si esto es para que estés a salvo, mataré a todos los hijos de puta que hay en esta casa.

BAD GUYS II: DRIFTING. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora