Capítulo 41

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No había podido conciliar el sueño del todo y las pocas horas que dormí me sirvieron para olvidarme de momento de toda esta mierda, presumí el hecho de que ya había amanecido, pues el ambiente había aclarado debido a la luz natural que escasamente se colaba al interior de los separos en donde me hallaba, había llorado tal vez lo suficiente para darme cuenta que no valía la pena, estaba enfurecido conmigo mismo, estaba enfurecido con ella, pero si quiera mencionarlo tampoco ya valía la pena, se sentía como si hubiera nadado contra la corriente luchando con ella pero al final sabes que tu no ganas, que la corriente te tiene acorralado sin intenciones de soltarte, estoy en ese momento de mi vida en el que solo tienes unas increíbles ganas de desaparecer y dejar de sentir esto.

Arrancarte todo los que sientes de raíz y expulsarlos a lo profundo del mar, cosa que era remotamente imposible y solo tenía la opción de lidiar con esto de una u otra manera.

Uno de los uniformados se acercó haciendo que me sobresalte de mi posición, el sonido de las llaves que él llevaba me hizo entender que ya había cumplido con las horas establecidas para la detención.

—Bien, Quinn acompáñame —ordeno, dando paso a que saliera de los separos y yo rápidamente lo obedecí, me guio hasta la oficina del oficial quien leía los encabezados del New York Times.

—Hola Kellin —saludo amablemente, dejando de lado su periódico y haciendo una seña para que tome asiento frente a su escritorio —. Mala noche ¿Cierto? —no respondí.

—Puedes retirarte, avísame en cuanto la mamá de Kellin llegue —se dirigió a la persona que me trajo, y este salió de inmediato.

—Bien —dijo poniendo su atención en mí —, estas consiente que lo que hiciste estuvo mal ¿Cierto? —Me encogí de hombros restándole importancia al asunto —, no puedes ir y golpear a otra persona como si nada, eso es agresión física y eso está mal. Según tengo entendido la persona a quien agrediste anoche es el esposo de tu madre y vive con ustedes. Necesito que me digas si lo que paso anoche, pasa seguido en tu casa— hubo un largo silencio — ¿Kellin?

—Solo quiero irme de aquí.

—No hasta que tu madre este aquí.

—Como sea —el oficial abrió su gaveta y extrajo de ahí mi celular y mi billetera, los cuales anoche me fueron quitados, me los acerco para que los acepte.

—Esto es tuyo —dijo haciendo referencia a mis objetos personales y de mala manera los tome.

—Kellin, necesito saber si esto ocurre seguido en tu casa —volvió a insistir en el tema.

—No —murmure, no mentía, era la verdad.

—De acuerdo —dijo él aceptando mi respuesta y volvió a tomar su periódico.

— ¿Qué hay de interesante en ahí?

—No mucho, un poco del drama de políticos, lo de siempre, la bolsa de valores se mantiene —decía poniendo su total atención a lo que leía, en tanto él estaba distraído solo decidí levantarme y salir de ahí.

— ¿Dónde vas? Tu madre no tarda en llegar —hablo el oficial desde su lugar, antes de abrir la puerta de su oficina me gire para verlo.

—Solo dígale que me fui al infierno, adiós —Salí rápidamente de ahí.

(....)

Mientras caminaba, tenía una fuerte necesidad de ver a Vic, pero estaba intentando llamarlo desde hace varios minutos atrás pero no me contesta, bufe fastidiado y me di cuenta de que estaba entrando al vecindario en donde se hallaba mi casa, obviamente no quería ir ahí, lo último que quisiera el día de hoy es ver la cara de mi mamá.

Talking To The Moon (Kellic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora