Capítulo 10

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Andrew's POV

Kelsy se encaramó sobre mí y tiró de las sábanas con toda la fuerza que pudo reunir.

—Vamos Andrew. Levántate. Mamá dice que pareces un oso perezoso.

La dejé seguir jalando un rato, y luego, por pura maldad, tiré de mi lado consiguiendo que ella perdiera todo su impulso y cayera sobre mí.

—¡Oye! Eso no es...

La callé guiando mis dedos a su abdomen y haciéndole cosquillas. Ella se retorció al instante y estalló en carcajadas.

—Ventajas de ser tu hermano mayor. Conozco todos tus puntos débiles —exclamé soltándola finalmente con una sonrisa triunfante.

Kelsy siguió riéndose un rato antes de recuperar el aliento e intentar mirarme con expresión seria.

—Es en serio. Mamá dice que no te hará desayuno si no bajas ya.

—Oh, ¿en serio? ¡Oh, no! ¿Y ahora qué haremos? —fingí pensar un rato y luego hice como si acabara de tener una brillante idea— ¡Ya sé! Mira, te voy a contar. Pero es un secreto, ¿vale?

Ella asintió, feliz, y yo le hice un gesto para que se acercara.

—Resulta que —susurré— mamá no hace los panqueques tan ricos como yo, ¿cierto? Además ella no nos deja comer más de dos. Así que esto es lo que vamos a hacer: tú bajas y la distraes, yo tomo la masa de los panqueques y luego te doy de comisión un tercio de los que prepare.

Ella meditó un rato, y luego preguntó:

—¿Qué es una comisión?

—Es cuando tú le ayudas a alguien a hacer un trabajo y por eso te mereces una parte de lo que se gane. En este caso es una tercera parte de los panqueques. ¿Qué opinas?

—¿Me estás sobornando?

Me quedé estupefacto y parpadeé varias veces.

—¿Disculpa?

—Eso está mal, Andrew —negó con la cabeza—. Muy mal. Además de que también te vas a llevar la masa a escondidas.

Abrí la boca y luego volví a cerrarla, sin saber muy bien qué decir. ¿Qué les hacían a los niños en los colegios hoy en día? Kelsy se mantuvo mirándome con reproche, hasta que al final una sonrisita asomó a sus labios.

—Que sea la mitad.

Me reí. Digna hermana mía, tenía que ser.

—Hecho.

Kelsy se bajó de mi cama de un salto y empezó a gritar:

—¡Mamá, olvidé decirte que tengo que hacer una maqueta! ¡¿Me ayudas?!

—Mentir tampoco está bien, señorita —la regañé a modo de broma.

—La verdad es que sí tengo que hacerla —contestó ella encogiéndose de hombros—. Es para marzo, pero shh... —se llevó un dedo a los labios—. No le digas a mamá.

Y dicho esto salió de mi cuarto y bajó las escaleras dando saltitos, como era común en ella. Me tumbé de nuevo en la cama y me quedé ahí por unos minutos, mirando el techo de mi habitación y sonriendo. Luego decidí que tenía que ir a cumplir mi promesa así que me levanté, fui hasta la cocina y empecé a trabajar, mientras tarareaba tranquilamente una melodía que no me había podido sacar desde el día anterior.

Ahora déjame flecharteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora