Capítulo 43

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Debía verme tan estúpida cruzando los dedos frente a mi casillero...

—Vamos, vamos, vamos —supliqué a nadie en particular—. Vamos, por favor.

Mantuve mi plegaria unos segundos más y luego abrí de un solo movimiento para desinflarme como un globo inmediatamente. Ese día tampoco había nota para mí.

—Te odio, Blair —exclamé infantilmente, solo como una forma de canalizar mis emociones.

Ya habían pasado tres días desde la desafortunada aparición y todo seguía igual de mal. Andrew se había olvidado por completo de las citas y de vez en cuando también parecía olvidársele en dónde comíamos porque no aparecía sino hasta finales de los recesos, miraba su celular muchísimo más que de costumbre, o simplemente estaba físicamente, pero era obvio que su mente andaba en otro sitio. Seguía siendo amable y lindo conmigo, pero no habíamos hablado mucho, estaba más distante y reservado, incluso con Matt y Charlie.

La poca información que tenía (y que no era del todo confiable porque se la había pedido a ellos) era que llevaba intercambiando mensajes ocasionales durante la escuela con ella, porque en la tarde se daba la conversación de verdad, de horas y horas que no bastaban nunca para desatrasar el cuaderno.

Andrew casi no se refería al tema, como si no quisiera darle importancia, cuando le preguntábamos directamente soltaba solo generalidades y algunas veces, al encontrarlo sonriendo y negando con la cabeza frente al celular, giraba la pantalla para mostrar la causa de su reacción. Otras veces sí tenía momentos de emoción que no se molestaba en disimular y entonces le daba toquecitos a sus amigos para preguntarles como niño pequeño "¿te acuerdas de esto?", "¿puedes creer que todavía tiene esto otro?", y cosas por el estilo a las que ellos respondían vagamente sin que a él le importara su desánimo.

Becky se había pegado a mí como una garrapata y la verdad es que lo agradecía enormemente porque sí andaba necesitando a mi mejor amiga para distraerme y obligarme a hablar con ella, en vez de quedarme viendo a Andrew y suspirar ocasionalmente.

—¿Buenas noticias? —me preguntó radiante, cuando entré al salón, después de que mi esperanza hubiera sido pisoteada vilmente.

Negué con la cabeza y ella hizo un puchero.

—Maldito. Creo que voy a ir ya mismo a bajarlo de esa nube rosa de un buen empujón.

—No, déjalo —suspiré.

—Como quieras. Pero entonces sigo insistiendo en que deberías plantarte delante de él, raparle el celular y decirle "Andrew Collins, estoy enamorada de ti, así que olvídate de tu ex".

Rodé los ojos, aunque no es que no lo hubiera pensado ya. No tan extremo, pero ya lo había pensado...

Las primeras horas tuvimos un trabajo por parejas, del que adelantamos poco por estar hablando, y cuando salimos al recreo nos sentamos con Lindsay tras darle una rápida escaneada al grupo de deportistas y corroborar que, una vez más, Andrew no estaba a la vista. Ella empezó a parlotear sobre alguna evaluación de la que no estaba segura cómo le había ido, luego saltó rápidamente a un bolso precioso que se quería comprar y finalmente llegó al tema inevitable:

—Bueno, bueno, ¿y ya me van a contar qué es lo que le pasa a Andrew?

Nos habíamos cerrado la boca con cremallera por una razón muy sencilla: si le decíamos, todo el instituto se iba a enterar en los próximos cinco minutos.

Ahora déjame flecharteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora