Capítulo 56

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Ese sábado, el día de la ceremonia, yo no cabía en mí misma de los nervios.

Por el momento, como repitiendo el escenario de unos meses atrás, solo había hablado a profundidad del tema con mi padre. Mamá y Chris seguían felices y tranquilos en la ignorancia, pero se iban a enterar de todo, hasta el más insignificante detalle, en pocos minutos.

—No te preocupes, Lizzy —me repitió papá por enésima vez—. Toda irá de maravilla. Estarán tan orgullosos como yo.

Tomé aire profundamente y di golpecitos rápidos con el tacón sobre el piso.

—Gracias —susurré.

Él me dio un beso en la frente y un último abrazo antes de ir a sentarse con mi mamá, mi hermano y mi mejor amiga, que alzaron los pulgares en señal de ánimo. Forcé una sonrisa, me empiné y estiré el cuello para escrutar el auditorio.

«¿Donde estás, Andrew?»

Estaban a punto de comenzar y él no había llegado. Eso no ayudaba para nada a calmar mis nervios. Justo cuando el presentador se acercó al micrófono, me encontré con sus ojos inconfundibles. Dejé escapar un profundo suspiro y me llevé la mano al pecho, como si quisiera avisarle a mi corazón que ya podía calmarse. Andrew me sonrió y aunque respondí automáticamente, hice nota mental de pegarle un buen puñetazo por haber llegado tarde y casi provocarme un infarto.

Ya sabiendo que él estaba ahí conseguí tranquilizarme un poco, e incluso logré pasar a recibir el certificado cuando mi nombre fue anunciado, de últimas, sin que me temblaran tanto las piernas.

—Bien, gracias, gracias —dijo el presentador acallando los aplausos de mi familia y, por supuesto, los gritos de Becky—. Sin embargo, vamos a pedirle a Elisa que no abandone el escenario porque tenemos algo más para ella.

Me humedecí los labios y clavé los ojos en los de Andrew, haciendo todo lo posible por mantener la compostura.

«Tranquila, respira. Todo va a ir bien», moduló.

—Como ya era conocido por ustedes, al momento de ingresar a este taller preuniversitario las oportunidades de estos jóvenes se vieron catapultadas inmediatamente debido al certificado, el puntaje extra y las cartas de recomendación que el programa les otorga para continuar con su formación académica y profesional. Sin embargo, además de esto, los diez mejores puestos según su rendimiento, en todo el país, tendrían el camino libre para estudiar en nuestra institución asociada, la Universidad de Oxford. Bien, pues en el selecto grupo del estado de California, una sola persona se hizo con uno de dichos lugares privilegiados, y la están viendo ahora. Por favor démosle un fuerte aplauso a Elisa Sophia Windfrey, Instituto Richmond, tercer puesto en los Estados Unidos de América, con una beca del 80% para realizar sus estudios de Literatura en la Universidad de Oxford, Inglaterra.

Me atreví a apartar la mirada de Andrew para enfocarla en mi familia. Mi papá estaba aplaudiendo con fuerza y la sonrisa estampada en el rostro, e incluso me pareció verlo enjugarse una lágrima del rostro. Becky estaba gritando y chiflando como loca, sin cohibirse por el hecho de que era la única en el auditorio que parecía haberse olvidado de que era un evento formal. Mamá y Chris estaban completamente inmóviles, con los labios ligeramente abiertos en una expresión de desconcierto absoluto. Al final, mi madre consiguió salir del shock, se tapó la boca con las manos y empezó a llorar con tantas ganas que mis ojos también se cristalizaron. Cuando se unió a los aplausos, me resultó imposible contener las lágrimas.

Al bajar del escenario la primera en ahogarme en un abrazo fue ella. Seguía atacada llorando de modo que lo único que consiguió decir fue "mi niña" una y otra vez. Después siguió Becky, que también tenía el rostro surcado de lágrimas, solo que eso no le impidió soltar un largo discurso de "estoy tan orgullosa de mi mejor amiga". Papá, tan amoroso como siempre. Chris... Los dos nos quedamos mirándonos un buen rato antes de hacer o decir cualquier cosa. Él era, de todos, el que más me preocupaba. Crucé los dedos mentalmente, rogando a quien fuera que no se diera ninguna otra grandísima pelea.

Ahora déjame flecharteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora