Andrew's POV
Negar que desarrollé una rivalidad casi instantánea hacia el bendito perro sería una estupidez. Pero negar que al bendito perro le pasó lo mismo conmigo sí que parecía facilísimo para Lisa.
—Ay, por favor. Solo estás celoso.
¡No estaba celoso! ¡Ese animal me había mordido el dedo cuando me acerqué a atarle el moño a la cabeza!, ¡me había mordido!, ¡y era un cachorro!
—¡Elisa! —reclamé—. ¡Estabas ahí, tú lo viste! ¡Me mordió!
Lisa me dio una mirada incrédula y siguió acariciándolo.
—Solo estaba jugando contigo.
Bufé. Encima de que me declaraba la guerra, el condenado era lo bastante astuto como para no dejar indicios de su crimen y enmascararlo como si hubiera sido un juego. Okay, sí, no había sido fuerte. Ni siquiera había dejado una marca y apenas había dolido. ¡Pero me había mordido y no estaba jugando conmigo!
Le dediqué una mirada enojada, y el muy manipulador no alteró su carita angelical. ¡Diablos, y pensar que ese moño rojo lo hacía ver realmente tierno! Clavé los ojos al frente y seguí conduciendo, farfullando cosas que ni yo mismo entendía. Lisa estuvo todo el camino embobada con él, acariciándolo, jugando y hablándole a media lengua, mientras que yo seguí maldiciéndome por haberlo aceptado y rezando para que a Kelsy no le gustara y así tuviera la excusa perfecta para cambiarlo.
Pero, por supuesto, mis plegarias no fueron escuchadas. Apenas mi hermanita vio su regalo, se olvidó de todo lo demás y ni siquiera me dio las gracias sino hasta un buen rato después. Muy a mi pesar, aceptó el nombre de Goldy con una enorme sonrisa, aunque yo tenía la esperanza de que decidiera ponerle algún nombre de princesa, sin importar que fuera macho. Mis padres también quedaron encantados con él, tuvieron el descaro de felicitarme por mi buena elección y yo cometí el error de culpar a Lisa automáticamente; entonces sí que fui borrado completamente del mapa, porque ni siquiera pude adueñarme de un poco de crédito. Pero lo peor de todo fue que el condenado perro se portó como una perita en dulce, haciéndome dar cuenta de que nunca nadie me iba a creer que conmigo era un diablillo.
Gracias a Dios, cuando los amigos de Kelsy empezaron a llegar y empezó realmente la fiesta, Goldy por fin dejó de ser el centro de atención. Fue confinado en la habitación de mi hermana, para no molestar a los invitados ni causar ningún desastre con la decoración y la torta, y no supe nada más de él en toda la tarde.
Además de la parte social y de estar pendiente de que Kelsy no se fuera a hacer daño al andar correteando por ahí con un vestido largo y unas mini sandalias de tacón, de hecho tuve bastante tiempo para estar con Lisa. Una vez superado el asunto del perro, había vuelto a acordarse de que existía y no se había alejado mucho de mí, excepto cuando Kelsy la arrastraba con el resto de los niños para jugar alguna cosa. Pero la mayoría del rato nos quedamos con los adultos, y como en mi familia todos se parecían a mis padres, el hilo conductor de la conversación siempre fuimos Lisa y yo.
Para los más lejanos, que aún no la conocían, tuvimos que repetir la historia abreviada de cómo nos habíamos conocido, y ellos no tardaron mucho en encantarse con Lisa, como siempre. Con los demás, como la tía Ana, tuvimos que aguantarnos las repetitivas felicitaciones y los comentarios tipo "yo les dije que no tardarían mucho, ya se veía venir, el amor se sentía en el aire".
Al final me alegré de haber aprovechado ese tiempo con ella, porque la semana siguiente apenas pudimos compartir en los recesos. Los partidos y los entrenamientos, sumados a que se nos empezaron a venir encima todos los exámenes y trabajos finales, consumieron todo mi tiempo. Por su parte, ella también había tenido que volver a su faceta previa a la reaparición de Blair y meterse de cabeza entre un montón de libros y apuntes. Conclusión, nos resultó imposible tener un solo segundo para nosotros. Ni siquiera en el fin de semana pudimos cuadrar algo, todo porque al maravilloso jefe de Elisa se le dio porque ahora la necesitaba unas cuantas horas extra ya que el verano se acercaba y un montón de empresas estaban preparándose para ello.
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Ahora déjame flecharte
Novela JuvenilFléchame #2 ¿Quién diría que había logrado conquistar al chico más terco del universo?, ¿por qué sigue insistiendo tanto?, ¿es que acaso no le bastó con darse cuenta del asco de persona que soy?, ¿por qué se empeña en hacerme más difícil el intentar...