Capítulo 27

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Andrew's POV

Tuve que contener las ganas de llamarla todo el viernes, y fue tanta la tortura, que terminé llamando a Nathan. Bueno, si no podía hablarle a ella, por lo menos podía hablar de ella. El pobre tuvo que aguantarme en mi buen rato de novio paranoico (y eso que no era su novio), pero es que realmente no me hacía ninguna gracia que ella se fuera tan bonita y tan elegante a una empresa como tal. Daniel tenía razón: Lisa se complicaba demasiado. ¿Por qué no podía tomar un sencillo puesto de mesera? No, no, no. Mesera no. Demasiado expuesta a coqueteos...

Incluso casi le resté relevancia a las últimas palabras de Lisa antes de finalizar la llamada, al contrario de Nathan que inmediatamente entró a una "faceta Becky" que no le conocía, soltando un montón de comentarios como: "¡Pero si está clarísimo que ya la tienes, intenta otra vez!", "Amigo, ¿no entiendes lo que eso significa? ¡Te prefiere a ti que a un millonario!, ¡pídele el cuadre ya!, ¡seguro te dice que sí!". Pero en esos momentos no me importaba el cuadre. Lo único que me importaba era que Lisa no regresara con una de esas historias cliché jefe-secretaria. No, no, no, y no.

El sábado tuve que contentarme con un sencillo mensaje de texto preguntándole cómo le había ido, simplemente para que no se evidenciara tanto que había estado a punto de morirme de un infarto. Pero no pasaron más de dos minutos desde que lo envié hasta que su contestación me llegó en forma de llamada.

«No vayas a ser idiota y reclamarle nada, Andrew, ¿entendido?», repetí las palabras de Nathan en mi cabeza.

—Hola —saludé—, ¿cómo...?

—Lo tengo —exclamó Lisa de inmediato, y casi puede verla sonriendo—. De hecho estoy aquí mismo. Tengo cinco minutos de escondite en el baño, como máximo, antes de que me pillen y me despidan sin haber empezado formalmente siquiera.

—Whoa, whoa, whoa. Vas muy rápido, espera. Empieza desde el inicio.

El sonido dulce de su risa me llegó a los oídos, haciéndome estremecer.

—Okay, lo siento. Me atendió una chica, ningún jefe cincuentón, así que puedes quedarte tranquilo. Muy amable, muy alegre, me hizo unas preguntas de rutina y luego nos pusimos a hablar como si fuéramos amigas de toda la vida. Luego me mostró la agencia y me indicó lo que tendría que hacer; algunas tareas sencillas y variadas, pero la que más me gustó fue que estaría recibiendo una buena parte de las llamadas o contactando a clientes potenciales... El punto es que prácticamente tengo una tercera parte del proceso de los contratos en mis manos. ¿Nada mal, cierto?

Le contesté que no, pero en realidad estaba pensando que cualquier adolescente normal de preparatoria estaría aterrado de que su primer trabajo acarreara tanta responsabilidad. Pero Lisa era Lisa, al fin y al cabo.

—Bueno, al final resultó que quedamos dos aspirantes a prueba, y este fin de semana nos están llevando por todas partes mostrándonos cómo funciona todo, qué debemos hacer y qué no, cuáles... En fin, estoy en una etapa de orientación y diagnóstico, por decirlo así.

—Vaya —fue lo único que se me ocurrió decir—. Muy bien, felicitaciones —agregué pensando amargamente que en mi empresa podría estar haciendo exactamente lo mismo. Perdón, en la empresa de mi papá.

—Gracias —contestó alegremente, sin darle importancia a mi falta de palabras—. Bueno, creo que ya tengo que colgar.

—De acuerdo. Hablamos luego.

—Sí, vale. ¡Oh, espera! Antes de que se me olvide, te quería preguntar algo.

Ahora déjame flecharteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora