Capítulo 57

155 21 5
                                    

Por primera vez en todo el día nos habíamos quedado en un profundo silencio, mirando al horizonte. Pensé que no me importaría repetir ese momento una y otra vez, infinitamente. Nuestros dedos entrelazados, su hombro desnudo rozando el mío, su piel caliente por el sol, la suave brisa marina... Era algo que debía quedar grabado para siempre.

—¿Andrew? —dijo Lisa suavemente, como para no romper la magia.

—¿Mmm?

—Tengo que decirte algo.

Esas palabras hicieron que todas mis alarmas se encendieran de golpe y mi cerebro se pusiera a trabajar a toda máquina, proyectando en mi cabeza un montón de escenarios nada bonitos. La miré a los ojos inmediatamente; dorados por la luz del sol, relucientes, igual de alegres, y eso me desconcertó.

—Creo que ya tomé una decisión —repuso apartándose el cabello del rostro—. Bueno, al menos una primera parte.

Mi corazón empezó a martillear con una fuerza colosal en mi pecho, a pesar de la tranquilidad con que ella lo había dicho. Sentí el pánico apoderarse de mí en tan solo unos segundos. Mierda, ¿y si en serio se iba a Oxford? No me fascinaba la idea, pero podía manejar California. Podía sobrellevar atravesar el país. ¿Pero el mundo?

—Estuve revisando bien todo —continuó— y hay unos cuantos programas bastante interesantes en Oxford.

Fue como si me pegaran un golpe certero en el estómago, dejándome sin aire.

«No. No, por favor no. Te lo suplico»

Lisa captó mi angustia en el acto porque aferró mi mano y con la otra me acarició la mejilla, sonriendo.

—Cálmate, ¿sí? No he terminado. Tranquilo. —Tuve que hacer el intento, porque ella no parecía con intenciones de seguir hasta que me calmara—. Eso es —susurró con la mano posada sobre mi pecho, siguiendo el compás de mi respiración, ya regularizada—. Bien. Resulta que el hecho de que no estudie la carrera como tal no significa que no pueda estudiar allá. Ya arreglé unas cuantas cosas y... —suspiró felizmente—. Voy a tomar un curso de verano antes de empezar el año. Me vas a matar, pero sigo sin decidir si en Stanford o Nueva York. El punto es que me quedo aquí, definitivamente.

Fue demasiada información para mí. Me quedé un buen rato en silencio, procesándola por partes. Lo primero que logré digerir fue el último pedazo: se quedaba. Sin embargo no alcancé a alegrarme del todo cuando mi cerebro ya había entendido el resto. Se quedaba, sí, pero también se iría durante el verano. El tiempo que me había dado la tranquilidad de que iba a poder compartir con ella antes de empezar con todo el trajín de la universidad, no íbamos a tenerlo. Si estando en la misma preparatoria no habíamos podido salir realmente hasta entonces, ¿cómo sería en la universidad? Tanto a 4.740 como a 83 kilómetros, en una u otra. No sería lo mismo. Pero por lo menos yo había estado contando con aprovechar cada segundo del verano.

—Wow —conseguí decir, al final—. Un curso en Oxford. Es... Genial. Me alegro mucho.

No lo hacía. Mi gigantesco castillo de naipes acababa de derrumbarse y, aunque no por completo, lo que quedaba en pie no me satisfacía. Y eso me hacía enojar conmigo mismo. Lisa debía estar en una verdadera burbuja de felicidad, porque yo había hecho un pésimo trabajo con esa felicitación, y de todas formas ella esbozó una brillante sonrisa.

—Sí —murmuró—. De hecho es lo máximo, no tengo idea de por qué no me lo había planteado antes —siguió subiendo un poco el tono, con emoción—. Es específicamente para extranjeros y se enfoca en cultura inglesa; eso me llama la atención porque entonces no es solo académico sino que incluye todo lo socio-cultural en la ciudad: museos, teatros, galerías... En fin. Lo otro es que el alojamiento es en las residencias del mismo campus y el curso otorga créditos que pueden transferirse en otras instituciones.

Ahora déjame flecharteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora